Gonzalo Marroquín Godoy
Ser un país pequeño no significa tener que someterse. Ahora resulta que la principal tarea del gobierno de Jimmy Morales es frenar a inmigración hacia EEUU.
Cuando un poderoso le impone irrespetuosamente todo lo que quiere a alguien inferior, no se puede hablar de amistad y más bien hay que pensar en prepotencia, soberbia y abuso. Cuando Estados Unidos –la potencia más grande del planeta en materia económica, militar y política–, trata así a países pequeños como Guatemala, El Salvador y Honduras, no hay espacio para suponer que existe buena vecindad.
Sin embargo, también debemos reconocer que en el caso de Guatemala, Mr. Trump no ha tenido que imponer nada, porque el presidente Jimmy Morales y sus ministros Sandra Jovel y Enrique Degenhart, han demostrado una sumisión absoluta al aceptar todos los deseos de Washington en materia migratoria.
Incluso, tengo la impresión de que aquella famosa amenaza de imponer aranceles a productos guatemaltecos si no se aceptaba el Acuerdo migratorio, fue a compadre hablado, para asustar con el petate del muerto y que no se levantaran voces en contra del controversial Acuerdo –del que ni siquiera se han dado a conocer los detalles de su funcionamiento–, que no se tuvieran argumentos para compensar aquella imposición brutal.
Ahora resulta que vino a la región Mr. Chad Wolf, secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional, para dejar como tarea a los gobiernos del Triángulo Norte que se persiga a los grupos criminales que trafican personas, es decir, en otras palabras, que vayan con todo en contra de los famosos coyotes, que sirven de vínculo para que cientos de miles de guatemaltecos salgan del país en busca de un mejor futuro en el Norte de América.
Ahora resulta que es más importante perseguir a estos grupos criminales que, por ejemplo, a las estructuras verdaderamente criminales de corrupción e impunidad que operan desde las más altas esferas de los tres países. No me extraña ¡por supuesto!, la falta de visión del gobierno saliente –menos mal termina pronto don Jimmy–, que durante cuatro años fue incapaz de dictar alguna política eficiente para mejorar la educación, la salud, combatir la desnutrición infantil o, de alguna manera, llevar a cabo políticas socioeconómicas para promover mejoras y que, algún día, pensemos que no será necesario para tantos connacionales salir del país porque aquí hay oportunidades.
Nada de eso se hizo. Tampoco Mr. Trump ha dado muestras de tener clara la situación de nuestros países. Lo correcto sería impulsar la lucha contra la corrupción, fomentar el desarrollo y que se consolidara un estado democrático con instituciones eficientes. Eso sería mostrar intenciones de buena vecindad.
No es difícil de entender esa miopía de Mr. Trump. Basta con ver la vehemencia con la que rechaza la existencia del cambio climático. Lo niega con tanta fuerza, que hasta critica a la revista Time por haber nombrado Personaje del Año a la jovencita sueca Greta Thunberg –quien ha movilizado manifestaciones por todo el mundo a favor de la defensa del medio ambiente–. No solo critica esta designación, sino llega a calificarla de ridícula.
Ese es el Mr. Trump que tiene como uno de sus argumentos de campaña terminar con la inmigración de indocumentados y se ha dado a la tarea de denigrarlos, perseguirlos y deportarlos.
Los guatemaltecos no se marchan hacia Estados Unidos por el gusto de ir a ver a Mickey o por ir a pasear y divertirse. Se van, porque aquí no encuentran oportunidades –principalmente de trabajo–. Se van, porque la violencia agobia. Se van porque quieren algo mejor para sus hijos y muchos de ellos allá pueden aspirar a mejor educación y, aún con la negación de la salud pública, tienen acceso a mejor salud y, en general, calidad de vida.
Ya antes el Congreso aprobó una ley para penalizar la figura de los coyotes, ahora se busca cerrar más el círculo.
Que Washington aplique cualquier medida en su país es parte de su soberanía –aunque se tienen que respetar plenamente los derechos humanos, sin excusas–. Pero que nuestro gobierno se convierta en verdugo de esa gente a la que tanto se les niega en su propio país, es triste.
Que varios menores guatemaltecos hayan muerto cuando están bajo custodia de la Patrulla Fronteriza no tocó siquiera el corazón de don Jimmy y la canciller Jovel. Mientras nuestras autoridades callaron, fueron congresistas estadounidenses los que exigieron investigación de estos casos. Vergonzosa postura de nuestro gobierno.
Hablar del daño que ha causado la trilogía Jimmy-Jovel-Degenhart, ya no sirve de nada. Pero si es importante que atiendan estos temas las nuevas autoridades. ¿Seguiremos diciendo ¡Yes Sir!, a todo lo que venga de Washington? ¿Es más importante quedar bien con los gringos que defender a nuestros connacionales? Pronto veremos si hay cambio de ruta o más de lo mismo. Mientras, las remesas siguen subiendo e impulsando nuestra economía.