Gonzalo Marroquín Godoy
El presidente Giammattei tiene 64 años y ha prohibido que las personas mayores de 60 años salgan de sus hogares o cuartos , sin tener en cuenta el efecto para muchísimos de ellos.
La noche del domingo, el presidente Alejandro Giammattei salió en cadena nacional, anunciando las nuevas disposiciones que ha tomado para hacer frente al coronavirus covid-19, las cuales son básicamente las mismas aplicadas durante las últimas semanas, con dos adiciones: 1) que las personas mayores de 60 años, mujeres embarazadas y niños –sin especificar edades– no pueden salir de sus viviendas, apartamentos o cuartos –según su nivel socioeconómico– y; b) la obligatoriedad en el uso de la mascarilla.
Como periodista, seguí de lejos el desarrollo de la pandemia. Avanzaba ferozmente en China, luego Europa, hasta llegar finalmente a nuestro continente y a Guatemala el 13 de marzo. Ese día, el presidente anunció que teníamos el caso no. 1.
En cuestión de días o semanas, mi vida, como la de todos los guatemaltecos, cambió. Ese virus desgraciado obligó a #Quédate EnCasa. No más ejercicio diario, mucho menos esas maravillosas reuniones familiares con abrazos y besos o almuerzos con amigos para cambiar el mundo. Mi trabajo periodístico ha seguido, pero ahora el mundo nos cambia a nosotros.
Las primeras medidas presidenciales me perecieron acertadas, aunque limitadas, y con una visión elitista y citadina. Relativamente buenas para crear el cordón sanitario, pero nulas en atender el tema social. Se veía venir un colapso económico de altísimo impacto. Aún hoy, no se puede medir con precisión la recesión que está en marcha, ni sus consecuencias socioeconómicas.
Finalmente se dio el siguiente paso. Aquí, los aplausos son menos efusivos. Se aprovechó la coyuntura del coronavirus para meter un paquete de gasto público y desmedido endeudamiento que, en tiempos normales, hubiese provocado un gran rechazo de los gurus de la economía y criticas de diversos sectores. En tiempos del coronavirus y bajo Estado de Calamidad, no hubo espacio para el sano debate; el dócil Congreso hizo el papel que acostumbra: decir sí a lo que manda el jefe, sin que tan siquiera hubiera un plan estructurado detrás. Ese paquetazo se hizo sin visión integral del problema y sus consecuencias.
En medio de todo ese maremágnum de información –contagios, muertes, cuarentena, crisis económica y social, fake news, concentración de la información, creciente demanda de asistencia social y confusos mensajes presidenciales– ha transcurrido el tiempo. El 8 de abril celebré mi cumpleaños 66. No podía faltar la reunión familiar, así que la tuve por internet. Pude ver a hijos y nietos, unos aquí, otras allá y uno acullá. La verdad, un cumpleaños feliz, en el que pude agradecer a Dios por una vida plena, con una familia increíble.
El domingo, el presidente anuncia que las personas mayores de 60 años, no pueden salir más de sus casas. Lo escuché, me sorprendí, me indigné. Una medida lanzada al aire sin medir consecuencias. Pensé, no me afecta tanto, porque al ser periodista, puedo salir, pero mi mente critica y analítica vio un cuadro distinto al bondadoso que pintaba el mandatario.
Yo tengo hijos y nietos que me pueden hacer compras o ayudar con los mandados –si fuera el caso–, pero cuántos que viven casi en el abandono tendrán problemas serios para cumplir con el encierro. Esa medida alcanza a 1.232,226 personas mayores de 60 años –según el INE–, de los cuáles, más de 800,000 están en niveles de pobreza o pobreza extrema y muchísimos son parte de la economía informal. Miles y miles de ellos no tienen hijos, nietos o quien les ayude. Muchos, ni siquiera tienen más que un cuarto para vivir. No pocos sufrirán de ansiedad y depresión. Nada de eso se tomó en cuenta. Ni si quiera se pensó en como cambiarán sus cheques los jubilados del Estado, para poner un ejemplo elemental.
Como dato interesante, el grupo de edad con más contagios en Guatemala es el comprendido entre 21 y 40 años (75 casos), luego el grupo de 41 a 60 años (44 casos), tercero entre 1 y 20 años (16) y solamente en cuarto lugar, el grupo entre 60 y 80 años (9 casos). Datos oficiales hasta ayer. El grupo de mayor mortalidad es de 80 en adelante.
Además, se estigmatiza a un grupo poblacional. Si ya antes costaba conseguir empleo a esta edad, ahora será más difícil. Son muchos los que se sentirán marginados, inútiles o simplemente, se verán impotentes para atender sus necesidades básicas. No todos tienen hijos, nietos o amigos que les atiendan.
Mejor hubiera sido atender las voces de médicos expertos para mejorar lo que se hace; mejor sería utilizar más pruebas (test) para saber cuántos casos tenemos realmente de coronavirus; mejor sería enfocar esfuerzos en ver que la ayuda social llegue con eficiencia y transparencia. O, al menos, la medida hubiera sido sólida si hubiese llegado con el ejemplo del confinamiento desde el presidente. Así como la famosa Chonita se convirtió en mal ejemplo, si de verdad es necesario guardar a los adultos mayores arriba de 60 años… pues que se predique con el ejemplo.
Ah, y se me olvidaba el nivel de multas ridículo por no usar la mascarilla. Multas para ricos, porque los pobres no las pueden pagar!!! entiendo que quieran que atemoricen mucho, pero es un nivel fuera de la realidad del país.