Algunos ven en los Derechos Humanos un tema ideológico, cuando en realidad se trata de un marco de respeto a las personas, aprobado por la comunidad internacional.
Gonzalo Marroquín Godoy
Sigue impactando la noticia de la masacre de Tamaulipas, México, en donde un número aún no definido de guatemaltecos fueron asesinados de manera salvaje, aparentemente por grupos criminales, apoyados por elementos de la seguridad del Estado. Eso, según los hallazgos que se conocen hasta el momento.
Nuestra cancillería salió con una declaración en la que exige que se castigue con todo el peso de la ley a los responsables –que es lo mínimo que el Gobierno puede hacer–, mientras los familiares de las víctimas expresan que no sienten el respaldo de nuestras autoridades en sus gestiones para saber a cabalidad lo sucedido y exigir justicia. Tampoco se les ha ofrecido asesoría para ese recorrido que lleven llevar para recuperar los cuerpos de sus seres queridos.
Lo sucedido a estos migrantes guatemaltecos pone en evidencia la forma en que los gobiernos de nuestro país han ignorado la magnitud del problema social, al extremo que, según fuentes confiables, son mas de tres millones de connacionales los que han tenido que huir del país, simplemente porque no se respetan sus derechos humanos.
Viendo la Declaración Universal de los Derechos Humanos, de la cual Guatemala es signatario y, por lo tanto, es ley del país, podemos comprobar que las violaciones que se cometen con gran parte de la población son enormes y permanentes, pero lo peor, es que esa actitud de displicencia ante la realidad nacional, se ha convertido en una practica común de políticos, gobernantes y hasta de la sociedad.
La indiferencia es tal, que solamente se lamenta cuando escuchamos una noticia como la masacre de Tamaulipas. Pero aún en este momento, la indiferencia es evidente. ¿Acaso vimos que el gobierno nombrara alguna comisión para ir a México y dar apoyo a los familiares? ¿Acaso el Procurador de los Derechos Humanos, Jordán Rodas tomó un vuelo para ir a México? ¿Por qué la Comisión de Derechos Humanos del Congreso, que trabaja en derrocar a Rodas, ni siquiera ha abordado este tema?
Lo que todos debiéramos tener claro es que las personas que deciden migrar hacia Estados Unidos, lo hacen simple y sencillamente porque aquí no encuentran oportunidades para tener una vida digna.
Hay dinero para robar –corrupción–, pero la educación que se ofrece por el sistema público es deficiente. Hay dinero para robar, pero no hay un plan para hacer crecer la economía y asegurar el trabajo a los más pobres. Se van porque tienen educación deficiente y no hay oportunidades de superación.
La corrupción en carreteras y obras públicas impide que los impuestos se puedan utilizar mejor para resolver la crisis social imperante y permanente.
El problema es de fondo, pero no se quiere reconocer. Por supuesto, si los políticos creen que alguien como Álvaro Arzú Escobar atenderá verdaderamente la problemática de Derechos Humanos, no hacen más que mostrar su indiferencia ante esta realidad. Si ciertos funcionarios, diputados y demás aliados de la corrupción insisten en mantener el país en el rumbo actual, nada cambiará en los próximos años.
A los migrantes asesinados en Tamaulipas no se les respetó su derecho a la vida, pero antes se habían violado muchos de sus derechos individuales y colectivos aquí en el país. Este debiera ser un tema de gran debate a nivel nacional…