ENFOQUE: Mi respeto para ‘Chepe’ Zamora

Gonzalo Marroquín Godoy

Un buen peleador puede librar varias batallas, pero vivir permanentemente luchando contra los poderes más oscuros de un país es cosa de titanes.

En los gremios y en general en la sociedad guatemalteca, solemos menospreciar los éxitos de otros.  Si ello ocurre con un periodista, la situación se complica, porque todo depende de la forma de pensar y actuar del personaje que destaca.  Si no es de mi bando –mi ideología, mi forma de pensar o no está a favor de mis intereses–, pues simplemente no se le reconocen méritos.

Bien se dice en la Biblia que nadie es profeta en su propia tierra.  Pues bien, eso –más o menos, pero más que menos– le ha sucedido a José Rubén Zamora, mi primo Jose –así sin tilde, como le digo–, quien ha enfrentado todo tipo de adversidades por enfocar su vocación periodística en denunciar la corrupción, desenmascarar a las mafias y estructuras criminales, denunciar los abusos del poder y, en definitiva, luchar por una mejor Guatemala.

Aquí le ha valido persecución y acoso, tener una lluvia de demandas judiciales, además de haber sufrido atropellos y atentados, con efectos muy crueles para él y su familia.  Tristemente, también ha tenido que ver como muchos anunciantes se retiran de las páginas de elPeriódico, mientras otros le ven como traidor, por no defender sus puntos de vista o seguir sus directrices al mantener su línea editorial independiente.

Curiosamente sí ha sido profeta, fuera de Guatemala.  Nadie de nuestro gremio ha sido reconocido internacionalmente como él.  Ha recibido los más importantes premios a periodistas a nivel global.  Veamos: El Comité de Protección para Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) le dio el Premio Internacional Libertad de Prensa, la prestigiosa Universidad de Columbia (Nueva York), le otorgó el Premio María Moors Cabot, considerado uno de los más importantes a nivel mundial y en el año 2000 su nombre fue incluido en la lista de Los 50 héroes del periodismo mundial del siglo XX.

No se puede decir más.  Un colega –seguramente con envidia por no haber siquiera estado nominado nunca a algún premio, no digamos los mencionados–, me decía que Chepe es bueno con el lobby para ganar premios.  Pero la verdad es que se ha jugado la vida, ha puesto en peligro su familia y estabilidad financiera, así como la de este valiente periódico. No hay que ser un genio para darse cuenta que, las suyas, han sido acciones valientes, desinteresadas y muy patriotas, en ningún caso oportunistas ni mezquinas.

Las vidas profesionales de Jose y la mía han caminado cercanas durante décadas.  No pensamos igual y en muchas cosas diferimos, pero reconozco en él a un valiente peleador, que se atreve a publicar cosas que bien sabe le traerán más problemas y lo enfrentarán con poderes ocultos de lo más peligroso.

No importa si se trata del presidente de la República, un narco –los del polvo blanco que no es harina– o poderosos militares o exmilitares.  Todos son objeto de las investigaciones de este diario, que sigue luchando contra viento y marea, por momentos, dentro de lo que parece el ojo de un poderoso huracán que lo quiere descuartizar.

Muchos guatemaltecos practican el deporte de hacer pedazos a las personas.  El surgimiento de las redes sociales y, sobre todo, por el desarrollo que han tenido los net center en Guatemala, han servido para que broten los ataques en su contra.  Casi siempre van llenos de mentiras, de resentimiento y odio.  Claro, provienen de personas que quieren que el estatus quo de corrupción e impunidad se mantenga en el sistema político nacional.

Contrario a eso, tuve la oportunidad de estar en una cena en la ciudad de Nueva York en la que se le hacía reconocimiento como premio Moors Cabot.  Los comentarios sobre su persona, pero sobre todo por su labor combativa al frente de un diario en Guatemala eran altamente elogiosos.

Ed Seaton, uno de los periodistas más destacados de Estados Unidos, me dijo en cierta ocasión lo siguiente –palabras más o palabras menos–: José Rubén es un ejemplo para nosotros los periodistas estadounidenses, pero también para todos nuestros colegas en América Latina.

No exagero al decir que gran parte del famoso destape de toda la corrupción que se dio en 2015 se debió a las investigaciones que elPeriódico había llevado a cabo.  Sin ese flujo informativo tan importante, la labor de la CICIG –que luego Jimmy Morales y sus aliados cortaron de tajo– no se hubiera podido realizar durante los tres años siguientes.

Para terminar, mi felicitación hoy a Jose en el 23 aniversario de elPeriódico, pero también al equipo de periodistas y demás personal del diario, porque solamente por su aporte es que su líder puede continuar con sus mil y una batallas.  Son un equipo excepcional. Mi admiración y reconocimiento a la labor realizada en la ya larga carrera periodística de José Rubén Zamora.

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