ENFOQUE: Lo que tenía que pasar… ¡PASÓ!

Gonzalo Marroquín Godoy

Hay un refrán popular que reza así: “…cuando los patos le tiran a las escopetas”. Simple y sencillamente quiere decir que aquellos que están siendo cazados –los patos–, se convierten en los cazadores –la escopeta–.

Eso es lo que estamos viendo en Guatemala desde finales de Agosto, cuando el presidente Jimmy Morales, en la mira del MP y la CICIG por el delito de financiamiento electoral ilícito, decidió declarar non grato y expulsar del país al comisionado Iván Velásquez, crenado una crisis política que, aunque bajó temporalmente de intensidad, nunca desapareció.

Álvaro Arzú (papá) se convierte en el hombre más poderoso del país y está presto a defender a Jimmy.

Luego se produce otro capítulo, vinculado al mismo delito. La “escopeta” –Thelma Aldana e Iván Velásquez–, le apuntó al “señor oro” nada menos que el intocable alcalde capitalino, Álvaro Arzú, quien no concibe que haya mortales que puedan “osar” mirarle mal, no digamos levantar algún dedo acusador en su contra.

Su indignación fue mayúscula y de inmediato empezó a disparar –despotricar en realidad– en contra de los fiscales, que no hicieron más que dar a conocer la forma en que con dinero de “suMuni”, le pagaba los favores a Byron Lima, al extremo de hacerle compras ilícitas para beneficiar su campaña electoral (2015) y reelegirse una vez más, sin ninguna oposición.

Ya con el antejuicio al presidente Morales se principió a fraguar el “pacto de corruptos”, que funcionó parcialmente. Se protegió, eso sí, al mandatario, pero no se logró la torpe, ridícula y peligrosa reforma legal para favorecer a los corruptos y a los secretarios generales de los partidos –entre otras cosas–.

Pero con el capítulo del “intocable” Alcalde, la situación subió de tono. Arzú no solo está indignado, sino además ha aprovechado la debilidad de Jimmy Morales para avanzar en lo que parece su ofensiva contra la CICIG, y cocinar la elección de un nuevo fiscal general que sea adecuado a sus intereses. El resultado, por supuesto, es que se ha convertido en mayor poder político del momento.

Arzú es ahora en uno de los más influyentes “amigos” del Presidente, a quien ha convencido de que la lucha que están por librar es la “madre de todas las batallas”. Le dice también que la única forma de quitarse de encima –los dos– el fantasma de un proceso por corrupción, es sacudirse o debilitar al máximo a la CICIG y dar el zarpazo directo al MP. Para incrementar su caudal político, revivió en buena medida aquel “Pacto de corruptos”, y los llevó a la Junta Directiva del Congreso con su hijo a la cabeza.

Ahora controla los poderes Ejecutivo y Legislativo y ha lanzado también a varios operadores para que influyan en el Judicial –ya verán que no prospera el antejuicio en su contra–. Ha realizado las alianzas necesarias para asegurar su poder. No importa si se llaman “Rey del tenis”, son huéspedes VIP de Mariscal Zavala, funcionarios o fundaterroristas. Tampoco importa si son personas con las que no ha simpatizado antes, pero ahora están en la misma línea ideológica y, por lo tanto, aplica aquello de que “los enemigos de mis enemigos son mis amigos”.

¡Por supuesto que Jimmy Morales no está a favor de la lucha contra la corrupción!. Ya lo ha demostrado hasta la saciedad. Álvaro Arzú nunca ha sido transparente y, aunque estaba calladito en “suMuni”, le tocaron la cresta y se puso su armadura tipo “conquistador” para librar esa guerra que ya está en marcha.

Muchas veces los guatemaltecos, cuando se nos pregunta si estamos a favor de algo y no lo estamos en realidad, respondemos con alguna frase como “yo apoyo la lucha contra la impunidad y corrupción…”, y de inmediato se le agrega la palabra “…pero” y el resultado en realidad es ‘NO”.

Lo que se pretende es volver el status quo que permitió tanta corrupción en el pasado –privatizaciones oscuras incluidas–. Lo que esta fuerza arzuísta sueña, es que la “clase política” retenga el poder y que nuestra democracia siga siendo tan disfuncional como ha sido hasta ahora.

Para lograrlo, “los patos les tiran a las escopetas”… que seguramente harán algo para no dejarse derrotar.

De ahora en adelante veremos una especie de partida de ajedrez, en la que el alcalde Arzú intentará que todas sus piezas giren a su alrededor para intentar el jaque mate y, ojalá, las fuerzas contrarias demuestren que, a pesar de todo, la guerra no se ha perdido y el manto de impunidad puede caer.

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