Enfoque: JUSTICIA… ¿Sin la “reconocida honorabilidad”?


Pocos requisitos se exigen para ser magistrado del del Organismo Judicial (OJ)… No se puede esperar un cambio en la justicia si no se toma en cuenta la “reconocida honorabilidad” de los aspirantes a las altas cortes.

Gonzalo Marroquín Godoy

La justicia en Guatemala no es independiente; En Guatemala hay un debilitamiento alarmante de las instituciones del sector justicia;  El Ministerio Público es una herramienta que se utiliza para debilitar la democracia en Guatemala; La fiscal general Consuelo Porras encubre los grandes casos de corrupción y persigue arbitrariamente a exoperadores de justicia que trabajaron en la lucha anticorrupción;  La manipulación de la justicia debilita la democracia guatemalteca.

Estas son algunas de las muchas opiniones vertidas por organismos internacionales (OEA, CIDH, WOLA, ONU), países democráticos como Estados Unidos, los miembros de la Unión Europea (UE), Canadá, Suiza y otros, que dan una pobre calificación a nuestro endeble Estado de Derecho.

La JUSTICIA entró en un proceso de putrefacción hace mucho tiempo, cuando todas sus instituciones permitieron que un sector político marcado por la corrupción cooptara a todas ellas, sin excepción alguna: Corte de Constitucionalidad (CC), Corte Suprema de Justicia (CSJ), salas de apelaciones, Ministerio Público (MP), Instituto de la Defensa Público Penal, Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) y hasta el Inacif.

Ahora mismo estamos viendo nuevamente la postulación de candidatos a magistrados del Organismo Judicial (OJ), y vemos que, aunque con algunas valiosas excepciones, se lleva a cabo un auténtico circo a lo interno de las Comisiones de Postulación, en donde las fuerzas del oscurantismo insisten en buscar la fórmula para que la JUSTICIA continúe en sus manos y no se logren avances importantes en beneficio del Estado de Derecho.

Las cualidades que debe tener un juzgador, especialmente si se trata de magistrado de salas de apelaciones y la Corte Suprema de Justicia (CSJ), son múltiples y vitales todas ellas: idoneidad, independencia, imparcialidad, integridad, principios y valores éticos, además de ser un profundo conocedor de leyes, tener reconocida honorabilidad, sentido de la justicia, y ser valiente e incorruptible, entre otras.

En la Constitución de la República se establece con absoluta claridad en el artículo 207 lo siguiente: Requisitos para ser magistrado o juez. Los magistrados y jueces deben ser guatemaltecos de origen, de reconocida honorabilidad, estar en el goce de sus derechos ciudadanos y ser abogados colegiados…

O sea que la reconocida honorabilidad debiera ocupar un espacio especial en la “tabla de gradación” con la que se califica a los aspirantes, muchos de los cuáles se dan el lujo de alcanzar buena calificación porque presentan en su currículum títulos de posgrado que han sido comprados o proceden de instituciones de dudosa reputación y poca exigencia académica.

En cambio, no se les exige que adjunten a sus documentos académicos pruebas que puedan confirmar que gozan de la reconocida honorabilidad.

He escuchado algunas voces de analistas y observadores serios que manifiestan cierto grado de optimismo y esperanza en torno al resultado del trabajo de las Comisiones, aunque todos concluyen en que, salga lo que salga, en la lista, no será un “gran cambio”, ni siquiera esperan un cambio significativo.  Muchos se conforman con que las nuevas cortes “sean mejor” que lo que se tiene.  Dicho de otra manera, la aspiración pareciera ser la de seguir mal… aunque no tan mal como estamos ahora.

Calificar el nivel académico es bueno, calificar la experiencia también, pero si no hay idoneidad para el cargo y no se goza de la reconocida honorabilidad, no es posible hacer un trabajo medianamente bueno.

Me atrevería a decir que ninguno de los magistrados que pretenden su reelección, así como jueces de poca talla como Jimmi Bremer, Mynor Moto y otros, tienen la capacidad de documentar la reconocida honorabilidad, simplemente porque no la tienen y carecen de trayectoria destacada en su profesión y/o cargos públicos.

Ha sido una vergüenza nacional e internacional que no se aceptaran las tachas contra aquellos personajes oscuros y antidemocráticos que han sido sancionados por Estados Unidos y otros países por ser considerados “corruptos y antidemocráticos”.

Hoy empieza la última fase de la selección en las Comisiones de Postulación, ojalá que finalmente prive, aunque sea un poco, el interés nacional sobre el perverso interés de los grupos oscurantistas que insisten en la lucha por mantener el muro de impunidad por medio del control de un grueso número de magistrados.

Guatemala pasó de ser un ejemplo de lucha anticorrupción y aplicación de las leyes, a ser un país señalado –como se muestra al inicio– por tener una JUSTICIA marcada por la corrupción y los intereses de grupos políticos o estructuras criminales.  En muchos sentidos, esta elección de magistrados del OJ marcará el rumbo que seguirá el país. 

La causa de la situación que ahora vivimos es, precisamente, la de no exigir que el OJ se inttegre con jueces y magistrados que puedan mostrar con dignidad y orgullo su reconocida honorabilidad.

Pase lo que pase, hay que seguir en la lucha por rescatar la JUSTICIA y trabajar para que se cambie el sistema imperante para seleccionar a los hombres y mujeres que tengan la responsabilidad de hacer que se respete el Estado de Derecho.

Y no olvidemos: jueces y magistrados sin reconocida honorabilidad –y las demás cualidades mencionadas antes– no son capaces de recuperar la pisoteada y perdida independencia de la JUSTICIA, no debemos llamarnos al engaño.