Gonzalo Marroquín Godoy
El presidente Jimmy Morales ha metido al país en una crisis política profunda. Pero ¡ojo! no hay que creer que lo hace en defensa de la Constitución, los intereses nacionales y toda la cantaleta que dijo en su mensaje de ayer explicando la razón por la que intenta declarar non grato a Iván Velásquez, el fiscal colombiano que vino a colaborar con nuestro país y encabeza – juntamente con la Fiscal General, Thelma Aldana– una cruzada contra la corrupción y la impunidad.
El verdadero motivo de su desmedido interés personal, que antepone a los intereses nacionales, es el de quitar de su camino a quien le está acusando a él por financiamiento ilícito de su partido FCN-Nación en la campaña electoral –se quiere investigar si recibió dinero, incluso del narcotraficante conocido como el Fantasma–, y para colmo de sus males, también a su hijo Manuel y su hermano Samuel, por el caso de corrupción en el Registro de la Propiedad durante el gobierno del PP.
La acción del presidente solo vendría a favorecer a los corruptos y ladrones. A diputados, jueces, magistrados y empresarios que desean mantener el estatus quo en el país y poder así continuar con el saqueo del Estado, un saqueo permanente que ha existido desde hace muchos gobiernos y se ha agravado en la medida que los partidos políticos se prestaban a ser sobornados a partir de recibir financiamientos espurios y comprometedores en cada campaña electoral.
Ayer se vivió un «Domingo Negro» para el país. Si ya había incertidumbre en el ambiente, ahora será mayor y la ingobernabilidad será su compañera todos los días.
Lo que Jimmy Morales ha demostrado en la última semana es que, además de ser un gobernante con pocos talentos, tiene una enorme capacidad para cometer errores garrafales, derivado de seguir los malos consejos de sus asesores o allegados a él que lo llegan a manipular.
El retiro del ministro de Relaciones Exteriores, Carlos Morales, así como la renuncia de la ministra de Salud, Lucrecia Hernández, muestran a personas capaces que no aceptan recibir órdenes de alguien que no sabe ni el rumbo que lleva. En su mente, Jimmy Morales tiene ahora fijo que debe impedir, a toda costa, que le levanten la inmunidad. Tiene a su favor que en el Congreso quedan cada vez menos voces que hablan con autoridad y honestidad. Casi todos los diputados están, como él, interesados en poner un ALTO A LA LUCHA CONTRA LA IMPUNIDAD.
No deja de dar pena que grupos interesados y oscurantistas hayan logrado hacer creer a pequeños grupos de la sociedad que la lucha de la CICIG y el MP contra los corruptos, es ideológica, y ubican a Velásquez y Thelma Aldana como un par de izquierdistas, casi a la par de Maduro y compañía. Si esto fuera cierto, significaría que países como Estados Unidos, Alemania, Francia, España, Suiza, Gran Bretaña y la Unión Europea –que son los donantes para que la CICIG funcione en Guatemala– son países de izquierda. Por cierto, todos los países citados tienen gobiernos más bien de derecha o conservadores.
Según la Constitución, el Presidente representa la unidad nacional. Sin embargo, con su torpe acción, Jimmy está ahondando la división entre guatemaltecos, y golpe, además, la institucionalidad. No por nada ha encontrado resistencia a su accionar incluso dentro de su propio Gobierno. Por cierto, valiente el actuar de la Procuradora General de la Nación (PGN), Annabella Morfin, quien le pidió, en respeto a los mandatos legales que tiene un Presidente, que desista de su acción contra Velásquez y lo hizo públicamente.
Ciudadanos, el MP, organizaciones de la sociedad civil, el PDH, la USAC, la iglesia católica, la comunidad internacional, PGN, CACIF y la prensa independiente están en contra de la expulsión de Velásquez. A favor están algunos ministros, los militares retirados (Avemilgua), extremistas de derecha y, por supuesto, todos los ex funcionarios y demás compañeros de prisión por estar implicados en casos de corrupción. También están con el presidente algunos magistrados de la CSJ y la mayoría de diputados, que representan el ser y sentir de la clase política que mantiene al país sumido en la pobreza y el subdesarrollo.
¡Ah! también los medios de prensa serviles de Ángel González, otro que respira odio en contra de la CICIG, porque también sus canales fueron descubiertos en su práctica de financiamiento ilícito a partidos y personalidades políticas. Por eso, los canales del magnate mexicano (3,7,11,13 y 23) han formado parte de la cooptación de los partidos políticos para obtener beneficios luego cuando llegan al poder –más frecuencias y multimillonaria compra de publicidad–. Es decir que son más lo que están en contra que los que están a favor de Jimmy y sus tonterías, aunque esas fuerzas a su lado pueden ser poderosas y encubridoras.
Ahora bien, hay un refrán que dice: todos saben como principia una guerra, pero no cómo va a terminar. Jimmy no habrá tenido el alcance de ver en qué lío está metiendo al país. Pasará a la historia como un cómico que llegó a la Presidencia y haciendo el peor papel de su vida, embarcó a la Nación en una crisis que nos golpeará mucho, aunque ojalá también llegue acompañada de oportunidades para promover cambios en el país.
Esto apenas ha principiado. Será una guerra desgastante pero no corta. Ojalá que, al menos, no se caigamos en la violencia, porque entonces el daño sería irreparable.
Jimmy decidió colocarse en el bando de quienes no gustan de la lucha contra la corrupción. Eso no es nada bueno, pero, la verdad, no extraña para nada. Pocas veces un eslogan de campaña puede revertirse tan fuerte. ¿No es cierto ni corrupto, ni ladrón?