Gonzalo Marroquín Godoy
Ha brotado un fuerte movimiento ciudadano de repudio a los políticos, la corrupción y los abusos. No cabe duda que la situación a la que hemos llegado ha rebalsado el vaso de la tolerancia del pueblo, cansado de ver como se intenta extender y mantener el manto de la impunidad y que a la clase política le importa un comino el sentir popular y las criticas.
La credibilidad de Jimmy Morales ha caído por los suelos –aunque no principió con esta crisis–, y eso, sumado al desprestigio de los diputados y muchos alcaldes, hace que esa alianza de corruptos que han formado, termine por exacerbar los ánimos de amplios sectores de la población.
La “piña” de la clase política quieren mantener la impunidad y retan al movimiento ciudadano.
Lo que si es cierto que las torpezas del mandatario se aceleraron en las últimas semanas. Lo envalentonaron –el alcalde Arzú, Ángel González (canales de TV) y algunos ex militares– para que expulsara al comisionado Iván Velásquez y ni siquiera supo como plantearlo. La CC le enmendó la plana y solo sirvió para que le vieran mal en la comunidad internacional, particularmente en la ONU, a donde fue hacer un discurso tan mediocre, que parecía una mala parodia de los que hacía Mario Moreno, Cantinflas, en sus películas
Por cierto que de ese discurso no se puede sacar en claro nada más que está muy dolido por la persecución penal –de él y sus familiares– que considera injusta y dirigida. Habló de diálogo, pero de manera tan superficial y enredada, que no permite ni la interpretación de sus confusos pensamientos y deseos.
Logró, eso sí, que se diera el “Pacto de corruptos” en el Congreso y los diputados no solo lo protegieron con el caso del antejuicio por financiamiento electoral ilícito, sino que torpemente trataron de servirse con la cuchara grande. Otra vez, la CC los puso en su lugar, y los ciudadanos les metieron tal susto, que las reformas por la corruptela se fueron al archivo.
El alboroto que se ha armado es tal, que una noticia tan impactante como el sobresueldo de Q50 mil mensuales que recibe el presidente del Ejército no se convirtió en el blanco específico de criticas. Este pago, aunque haya devuelto el dinero, no es más que una muestra de la opacidad con que se siguen manejando las cosas en la administración pública y, en particular, en la institución armada.
Se me pasó mencionar que en medio de ese caos que armó el presidente Morales, se reunió con un grupo de alcaldes serviles –la mayoría de ellos con señalamientos de corrupción–, quienes le animaron a defender “la soberanía nacional” como si la prioridad para un buen político no fuera actuar eficiente y transparentemente.
Con lo que no contaban estos oscuros personajes, es que la ciudadanía volvería a llenar la Plaza. Por más que se quiera desprestigiar el movimiento del miércoles, fue grande y a nivel nacional. Además, es apenas el inicio de algo más fuerte, porque el malestar es enorme y los torpes políticos lo alimentan a diario.
Por supuesto que el diálogo sigue siendo la mejor manera de encontrar solución a las diferencias existentes, pero hay que tener muy presente que todos los gobernantes han utilizado esta figura para ganar tiempo y seguir tan campantes con sus mismas actitudes.
Ha sido la desprestigiada clase política corrupta la que ha creado el caos. Ahora no hay que temerle a ese desmadre que se puede venir, sino más bien se debe profundizar en la exigencia de los cambios reales. Después de la Plaza en 2015, se engañó a la población con una mediocre reforma a la Ley Electoral. Ahora ya salieron con el tema, pero hay que recordar que el engaño es la mejor herramienta de estos personajes.
¡Que siga el movimiento ciudadano.!… Sin dejarse engañar ni doblegar.