El término trasparencia –dejar ver las cosas– es positivo en la gestión pública; el de corrupción transparente, explica el nivel de cinismo al que hemos llegado.
Gonzalo Marroquín Godoy
Tengo varios conocidos y amigos, que son muy buenos abogados. Se sienten orgullosos de su profesión. Son parte del gremio más grande de profesionales del país –cerca de 40.000 inscritos–, y estoy seguro de que, en este momento, muchísimos de ellos sienten vergüenza por lo sucede en el Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG), en donde las mafias, representadas por una minoría, controlan las elecciones que se llevan a cabo en esa institución, llamada a ser ejemplo de legalidad y transparencia.
De nada sirvió que en las últimas semanas afloraran –como lo hace la porquería en las playas del país por estos días–, la gran cantidad de abusos, corrupción, transas y demás, que acompañan a los dos candidatos que resultaron triunfadores en la primera vuelta electoral del CANG, para ser, uno de ellos, el represente de los abogados ante la Corte de Constitucionalidad (CC).
Por medio de WhatsApp, un amigo me compartió la vergonzosa noticia de que disputarán esa representación los abogados Mynor Moto (2.256 votos) y Estuardo Gálvez (2,142 votos). El primero, uno de los jueces con más señalamientos en el OJ, mientras el segundo es un exrector de la USAC, a quien se vincula con hechos de corrupción en la casa de estudios y con la manipulación de anteriores procesos de elección de autoridades judiciales. Ambos con tachas serias.
Este amigo escribió: ¡Increíble!, como único comentario ante la frustrante noticia. Mi respuesta fue: ¡Para nada!, era de esperarse.
En efecto, esta elección es la confirmación de que a las mafias no les importa, ni le temen, a la opinión pública. Quieren terminar de controlar la CC, y ni siquiera guardan las apariencias. El sistema político que tenemos, el cual manipula y controla la justicia, está vinculado con las estructuras de corrupción y hasta con el narcotráfico. Claro, no deja nada al azar, simple y sencillamente hace lo que le conviene y atropella la institucionalidad.
Por eso Moto tuvo financistas para viajar en avión al interior para hacer campaña, mientras Gálvez se vale de la infraestructura departamental de la USAC, para posicionarse entre los finalistas. La compra de votos es común.
La finalidad de este proceso del CANG, es la de llevar otro voto afín a la CC, para terminar con el único contrapeso que había frente a la impunidad imperante. Por eso, en el Congreso, el oficialismo retrasa la elección de la Corte Suprema de Justicia, porque se encuentran a gusto con la forma en que los actuales magistrados responden a sus caprichos.
Desde mi punto de vista, hay un aspecto positivo en esta asquerosa elección del CANG: las mafias se pintan de cuerpo entero y tarde o temprano la ciudadanía responderá a esa terrible manipulación que se hace.
Llevamos apenas unos días del 2021, y ya es claro que pudo haber cambiado la hoja del calendario, pero no la realidad nacional: el covid-19 crece; el Gobierno y el Congreso siguen la misma ruta del 2020; y la justicia continúa maniatada.
¿Y el pueblo? Agobiado por la crisis sanitaria, cansado de la corrupción y sumido en la desesperanza. Lo bueno es que son tan descarados esos que gozan mostrando su corrupción transparente, que de repente se llevarán una ciudadana sorpresa. ¡Y ojalá sea así!