Gonzalo Marroquín Godoy
Eso encontraron en la casa-caleta del exministro José Luis Benito en Antigua… ¿cuánto más tendrá?… ¿Quiénes son sus socios?… ¿En qué se podría haber invertido esa fortuna?
¡Eso llora sangre! Esa es una frase que mi papás y abuelos solían decir cuando alguien hacía algo injusto, algo que afectaba a muchas personas, algo penoso, como bien puede ser un acto de corrupción, por el cual, cualquier gobierno se ve privado atender mejor la inversión social –educación y salud, por ejemplo–, la infraestructura o la seguridad ciudadana. Son abrumadoras las necesidades del país.
Claro que llora sangre saber que un funcionario público, en este caso José Luis Benito, ha amasado una verdadera fortuna a su paso por el ministerio de Comunicaciones, producto –¡porque no puede ser de otra manera!– de la corrupción, el descaro y la insensibilidad como ser humano, al no ponerse la mano en la conciencia ni por un minuto, y pensar en las necesidades de la gente más pobre del país, esos que ni siquiera tienen para comer los tres tiempos todos los días.
No hay que ser ningún genio para sacar conclusiones escalofriantes. Si acumuló Q122 millones en su lujosa caleta de Antigua Guatemala, quiere decir que una cantidad parecida –¿menor, igual o mucho más grande?– podría haber acumulado durante el tiempo en que estuvo junto con su amigote Jimmy Morales, quien por cierto, se deshacía en halagos hacia su persona, diciendo que es inteligente, pero muy inteligente. ¡Claro!… inteligente para robar, inteligente para conceder obras sobrevaluadas, inteligente para hacerse millonario a costillas de aumentar la pobreza nacional.
Por cierto, ya todos nos hemos dado cuenta de que el expresidente Jimmy Morales, feroz defensor de que se persiga al delito, no a la persona, está muy calladito y hasta escondido. Es decir que, para el brillante exmandatario, en este caso el valiente fiscal Juan Francisco Sandoval, tendría que contentarse con haber encontrado el dinero y dejar en paz al prófugo Benito, por cierto, muy bien apodado tamalón por elPeladero, porque como ha descubierto la FECI, lo que se tenía bien guardado, era un tamalón de dinero que ha dejado al desnudo la corrupción imperante en la anterior administración.
Ahora entenderán muchos el por qué de la cruzada que encabezó Morales en contra de la CICIG. No tenía nada que ver con la soberanía ni todos los argumentos vanos que utilizaba para justificar sus actos irresponsables. Tenía que ver con el encubrimiento de tipos como su amigo tamalón Benito y otros fulanos que hicieron su agosto bajo su ala protectora.
¿Será posible que un presidente de la República –quien debe ser la persona mejor informada del país– no se entere, ni huela siquiera, que uno de sus ministros está volviéndose millonario por corrupción? Es difícil, al menos debiera sospechar algo e investigar, salvo que haya un contubernio entre ambos.
La lucha contra la corrupción y la impunidad ha quedado ahora en manos de la FECI, pero ni siquiera la propia fiscal general, Consuelo Porras, apoya su gestión al 100% –como debiera ser–. Por eso se agitan tanto las aguas dentro del MP en contra del fiscal Sandoval y su gente. Por eso tuvieron que intervenir voces estadounidenses para recordarle a la jefa del MP que se debe perseguir la corrupción y no socavar a uno de los que debiera considerar como de su equipo.