Guatemala es un país con belleza y potencia natural increíble; pero lo que estamos viviendo, parte el corazón.
Un fotógrafo que tiene la capacidad de ver y captar por medio de su lente mágico las bellezas naturales y humanas de Guatemala, hace sensibles hasta las fibras más profundas de nuestro ser. Tenemos un país con un gigantesco potencial natural –belleza, recursos y seres humanos–, que sin embargo parece incapaz de solucionar sus más profundos problemas, pues enfrentamientos, desconfianza, ambición, intolerancia, abusos e impunidad, prevalecen sobre el interés colectivo, que no siempre alcanza a manifestarse adecuadamente.
¿Qué somos uno de los países más felices del mundo? ¡Babosadas!. Es imposible ser felices cuando no se cuenta con los servicios básicos, ni siquiera para atender la salud de un hijo –que también es hermano y nieto– quien se muere por falta de atención médica o medicinas. Tampoco puede haber mucha felicidad en una familia cuya hija fue abusada y murió luego quemada tras ser llevada al que debió ser su Hogar Seguro.
Por supuesto que tampoco puede provocar felicidad cuando vemos –y comprobamos– que quienes llegan a gobernar, en vez de servir, se sirven del Estado con nombramientos de ineptos –que a su vez influyen en el descalabro y despilfarro institucional–, cuando no de corrupción simple y descarada.
Esta semana he tenido la oportunidad de ver y editar algunas de las impresionantes fotografías panorámicas de Guatemala que ha captado, para deleite de todos, el fotógrafo Allan Benchoam. (Ya podrán apreciarlas en la revista de Crónica Guatemala en Imágenes que pronto circulará). Transmiten paz, muestran belleza, hablan por sí mismas de un país que lo tiene todo, que puede hacernos felices.
Sin embargo, este artista de la cámara, incursiona esta vez también en un estilo abstracto e impresionista –Movimiento Estático, le llama él–, que contrasta con las estampas naturales llenas de vida y belleza, para mostrar –así lo veo yo– un aspecto que parece tumultuoso, agitado y hasta desordenado de la vida. Las primeras son fotos al natural, las seguidas, modificadas por efectos especiales.
Así es Guatemala. La vida natural del país, la vida natural de los guatemaltecos, puede ser bella y placentera, en paz y armonía. Pero como seres humanos imperfectos –muy imperfectos, a veces–, nos encargamos de transformar lo bello en algo que puede llegar a ser tenebroso. No es así, por supuesto, lo que Benchoam nos presenta. Eso sigue siendo arte.
Sin embargo, al pasar la página del arte, la expresión y la belleza, queda el momento duro y dramático de una realidad social que nos consume. Los de la izquierda piensan tener la fórmula mágica, los de la derecha creen que quienes la tienen son ellos. Los extremistas de una y otra ideología son más radicales y se piensan dueños de la verdad absoluta. Los problemas del país no pasan por lo ideológico, simplemente existen. Ni una ni otra postura radical los pueden resolver.
Tenemos Tikal, Atitlán, Antigua Guatemala, los Cuchumatanes, Río Dulce, Semuc Champey, ríos, lagos, volcanes y praderas. Tenemos recursos naturales, a los guatemaltecos –lo más importante– en su conjunto multicultural, tenemos todo lo necesario para alcanzar felicidad, estabilidad y prosperidad.
Pero también tenemos a la insensible e incapaz clase política, a los agresivos, a los intolerantes, a los abusivos y ladrones, a quienes no ven más allá de su nariz. Los pesimistas –basados en esa realidad– no le ven futuro al país. Los optimistas creen que estamos bien y cierran los ojos a los problemas, pero los realistas, sabemos que hay que cambiar la realidad que vivimos.