ENFOQUE: El tema de respeto a los gay, al tapete

Gonzalo Marroquín Godoy

En Guatemala somos poco dados a discutir sobre el tema de las preferencias sexuales y persiste el acoso homofóbico en ciertos círculos.  El caso del diputado Aldo Dávila.

En una entrevista con la BBC de Londres el año pasado, el Papa Francisco dijo una frase de mucho impacto: Quién rechaza a los homosexuales no tiene corazón.  En el mismo programa, también destaca que no importa quién seas o cómo vivas tu vida.  No pierdes tu dignidad.  El entrevistador de la cadena británica fue el cómico inglés Stephen K. Amos, reconocido homosexual, quien previamente había manifestado que estaba dispuesto a desafiar al jerarca de la iglesia católica, pero luego de la entrevista declaró lo siguiente: Me ha cambiado la vida.  Me ha dado fe en los seres humanos.

Principio con estas dos anécdotas sobre un mismo hecho –la entrevista–, para mostrar como la iglesia católica ha cambiado su postura con respecto a los homosexuales, también conocidos en el medio social como gais. Este es uno de los temas controversiales y latentes en muchas sociedades modernas, unas más tolerantes y otras menos.  Es un tema tan sensible, que ni siquiera hay datos estadísticos certeros –en ningún país–, sobre la preferencia sexual de hombres y mujeres.  Lo que sí es cierto, es que ha dejado de ser un tema tabú y se debate abiertamente en nuestros días.

Son muchos los gais que han decidido dar el paso de hacer pública su preferencia, al tiempo que demandan de la sociedad un trato igualitario –como debe ser–, sin ningún tipo de discriminación.  Son muchísimas las empresas que no ponen cortapisas para la contratación de personas homosexuales, además de garantizar el mismo trato respetuoso que se merecen todos los empleados. Yo he trabajado con muchísimos gais –hombres y mujeres–, y en todos los casos ha existido una relación de muchísimo respeto.

En la política son pocas las personas que reconocen abiertamente su tendencia gay, aunque esto ha venido cambiando sustancialmente.  Un ejemplo es Ana Brnabić, quien se convirtió en 2017 en la Primera Ministra de Serbia, luego de reconocer abiertamente su homosexualidad, lo que es respetable.

En Guatemala tenemos el primer caso público y ha cobrado notoriedad, pues se ha vuelto viral en las redes.  Se trata del diputado de Winaq, Aldo Dávila, quien ha asumido un papel opositor en el Congreso, desafiando una y otra vez la corriente oficialista. 

Debo reconocer que antes de los sucesos de los últimos días, no había escuchado su nombre más que cuando se comentó en la prensa que Guatemala tenía un congresista que reconocía su homosexualidad y declaraba que lucharía en el Legislativo por los derechos de las personas con diferente tendencia sexual.

Principié mencionando la postura del Papa porque hay muchas personas exageradamente conservadoras con este tema.  Lo que ha sucedido a Aldo Dávila es preocupante en nuestra sociedad, porque muestra la forma en que seguimos arrastrando la intolerancia, la discriminación –de todo tipo– y el peligro de promover el rechazo social contra los gais.

El diputado Dávila dijo que la homofobia que se ha expresado en su contra es la misma que sufren en los colegios y escuelas niños y niñas que son víctimas de bullyng –acoso sicológico o físico– por mostrar tendencias homosexuales.  Habló también de los jóvenes que deciden quitarse la vida por este tipo de actitudes.  Una realidad que nos debe hacer meditar como sociedad.

Pero en el caso de los diputados, es evidente que algunos suman la homofobia y la tendencia ideológica.  Por eso ha sido blanco de ataques, insultos y hasta amenazas.  Esto es reflejo, lamentablemente, de nuestra sociedad, nos guste o no.

El Congreso vuelve a lucir mal por un grupo de diputados homofóbicos.  En los dos casos que he visto como interactúa este parlamentario, me ha parecido su postura congruente con alguien que quiere que las cosas se hagan de la manera correcta: regañó –por no decir puteó– a un viceministro de salud porque no pudo responder adecuadamente las interrogantes que se le formulaban sobre el COVI-19 y luego desenmascaró a la Junta Directiva por querer meter –nuevamente– a escondidas la discusión sobre el tema de las ONG.  En ambos casos tiene la razón.  Un viceministro debe estar mejor preparado ¡siempre!, pero especialmente sobre este coronavirus que ha puesto de cabeza al mundo y la economía global. El otro tema también es correcto.  Si existen argumentos para aprobar los cambios, ¿por qué se hace siempre de manera sucia y a escondidas?

Los videos que han circulado muestran claramente que Dávila recibió insultos dentro del hemiciclo por ser homosexual, lo que convierte el hecho en una forma de discriminación.  Los guatemaltecos debemos tener claro que no puede haber discriminación de personas por raza, religión, ideología… o preferencia sexual.  Todos los seres humanos somos iguales en dignidad.  Los diputados deben saber que la Constitución no hace diferencias cuando señala: Artículo 2o. Deberes del Estado. Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona.

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