Gonzalo Marroquín Godoy
Esta expresión se usa para aquellas personas aprovechadas, despreocupadas, y que se permiten cualquier cosa para sí. El país nada entre lluvia y corrupción.
Es un lunes muy diferente a cualquier otro. En las noticias se sigue informando de los graves desastres y tragedias humanas por causa por la tormenta Eta, mientras se anuncia que el huracán Iota estará golpeando en estos días a las mismas comunidades afectadas. Hay lugares a los que la ayuda no ha llegado y ya se anuncia que la situación empeorará.
Como todas las mañanas, hago un recorrido de la prensa: Covial adjudica Q56 millones a empresas de exdiputado. Pero no es cualquier exdiputado, es Carlos Humberto Herrera, ligado a proceso por abuso de autoridad y peculado por caso de plazas fantasmas. Uno de los preferidos del prófugo exministro de Comunicaciones, José Luis Benito. También se publica sobre mil costales de arroz donados por Taiwán que fueron a parar por error a la sede del partido oficial Vamos. Se descubrió la movida chueca y por eso dicen que fue error. ¡Qué vergüenza! Se aprovechan hasta del sufrimiento de la gente.
Soy502 cuenta la forma en que se adjudicaron una serie de trabajos a la empresa Construalma, propiedad de Irma Lucrecia González Lemus, socia del presidente del Congreso, Allan Rodríguez, en un bar-restaurante. Le dieron el negocio a esa compañía –otra de las preferidas de Benito–, a pesar de presentar la propuesta más cara. ¡Viva la pepa!
Al mismo tiempo, en el Congreso se preparan para modificar la Ley de Acceso a la Información, porque quieren sacar de la jugada a la PDH, y crear una unidad de verificación fuera de esa institución, con dos fines: tener más plazas disponibles para los diputados y controlar la nueva institución, de cara a mantener –y fortalecer– la impunidad.
El TSE sigue respondiendo a los intereses corruptos, la Corte Suprema de Justicia (CSJ), es absolutamente obediente y no deliberante y responde a la clase política, mientras con los nuevos magistrados a la CC esperan cooptar las resoluciones constitucionales independientes. El círculo se cierra.
Mientras la prensa desvela casi a diario actos de corrupción o, al menos de falta de transparencia, la Comisión Presidencial Contra la Corrupción ha presentado, al presidente, hace ya algún tiempo, sus grandes logros: cuatro denuncias –ninguna de gran impacto– presentadas por casos ocurridos entre abril y el 26 de agosto. En resumen, un trabajo carísimo para resultados pobres.
El problema es que ya no se indigna la ciudadanía. El Estado ha sido cooptado absolutamente por la clase política, entendiendo cooptación, como atrapar, apropiarse de, o quedarse con. Sí, los políticos han tomado el Estado como piñata y la sacuden hasta sacar todo, ya sea por medio de mordidas, sobreprecios, robos descarados plazas fantasmas y más.
El presidente Giammattei se molesta por las criticas, pero no hace nada por cambiar el rumbo de su administración y eso le hace compinche de todo lo que sucede. El vicepresidente Guillermo Castillo le pidió que destituyera al ministro de Comunicaciones, Josué Edmundo Lemus, por toda la porquería que ha salido a relucir en Covial, pero nada hizo y sigue la fiesta, con contratos para las mafias, que están, ¡viva la pepa!.