Gonzalo Marroquín Godoy
El Fiscal General de la Nación y Jefe del Ministerio Público (MP), es un cargo recién creado en 1994, con la función específica –entre otras, pero esta la más importante–, de ser el responsable de la persecución penal en el país. Desde esa fecha se han sucedido ocho fiscales generales elegidos de acuerdo a la ley, con algunos interinos en un período de incertidumbre que se dio tras una elección enturbiada, hasta que se vuelve a la normalidad con la elección de Claudia Paz y Paz.
Cuando el próximo 17 de mayo Thelma Aldana le entregue la estafeta a Consuelo Porras, se estará cerrando un ciclo marcado por la elección de tres mujeres de manera consecutiva, dos de ellas que ya han dejado una huella importante, con cambios en el MP y, sobre todo, mostrando independencia de los poderes del Estado, tal y como corresponde para tan importante cargo.
Por tercera vez consecutiva, una mujer tomará las riendas del Ministerio Público; gran reto para Consuelo Porras.
La enfermedad más grave que ha tenido el sistema de justicia ha sido la impunidad. Se había convertido casi en tabú pensar que se podían iniciar procesos judiciales en contra de militares, políticos, funcionarios de alto rango, personajes poderosos –económicamente– o narcotraficantes. El MP parecía destinado a perseguir delincuentes comunes y crímenes de poca monta.
La ciudadanía misma ha visto por largo tiempo como parte del paisaje nacional el tema de la corrupción. Frases como, que roben pero que dejen obra, o justificación de negocios turbios como, al menos ahora tenemos más teléfonos, no son extrañas para nadie.
Sin embargo, aunque una parte de la prensa independiente ha informado constantemente sobre los grandes negocios de corrupción, hizo falta que se diera en 2015 el escandaloso destape de los primeros casos investigados por el MP y la CICIG, para comprender mejor el alcance y penetración de la corrupción a lo interno del Estado y de la propia sociedad.
Claudia Paz y Paz tuvo algunos logros al iniciar un camino para hacer frente a los tabús mencionados, pero como también se sabe, abrir brecha no es fácil. Con la llegada de Thelma Aldana, con el apoyo de Iván Velásquez y la CICIG, cambió completamente el rumbo de la persecución penal, porque finalmente decidieron entrarle de lleno a la estructuras criminales incrustadas en el Estado, con la participación de todos los sectores mencionados.
Terminaron los privilegios judiciales –por decirlo de alguna manera–, y ha quedado demostrado que cuando se tiene voluntad, el o la Fiscal General puede ir en contra de funcionarios, políticos, operadores de justicia, empresarios, militares y, por supuesto, delincuentes o miembros del crimen organizado.
Un total de 178 estructuras criminales han caído en tres años. No todas se dedicaban a la corrupción, muchas trabajaban para sicariato, trata de personas y, sobre todo, extorsiones. Hay mucha más labor realizada por Aldana y su equipo de trabajo. Se aumentó significativamente el número de casos ingresados y resueltos, así como las condenas obtenidas en juicio, además de reducir la mora de las denuncias. No voy a extenderme en el contenido del informe, porque la prensa le ha dado amplia difusión.
Lo que si es importante, es destacar que la nombrada Fiscal General, Consuelo Porras, llega en un escenario totalmente distinto al que antes recibieron Paz y Paz y Aldana. El MP ha evolucionado para bien, y cabe esperar que ese combate que se ha intensificado en contra de la delincuencia, el crimen organizado, la corrupción y la impunidad, no desmaye ni baje de revoluciones.
Ella encontrará casos en diferentes etapas de investigación y de diferente magnitud e impacto. Algunos estarán en su etapa inicial, pero otros –como ha anticipado la saliente Fiscal General–, están a punto de reventar, porque están obteniéndose las últimas pruebas necesarias para hacer imputaciones.
Todo ello supone que la Fiscal Porras podrá demostrar muy pronto el nivel de independencia con que llega al cargo. Como comenté en columna anterior, sus primeras declaraciones son esperanzadoras. Ahora podrá pasar de las palabras a la acción, casi de manera inmediata.
El cambio de estafeta ha principiado. Ahora, cabe esperar que la tercera mujer que asume el cargo, continúe demostrando que se pueden hacer bien y cada vez mejor las cosas.
Aldana sale con la frente en alto. Se sabe que tiene muchos detractores, pero la mayoría forman parte de sectores, clases o castas que antes nadie podía siquiera señalar, no se diga llevar a procesos judiciales. Ser mal vista por algunos diputados, funcionarios públicos, militares , así como corruptos y delincuentes en general, sirve como brillante tarjeta de presentación. Es como ganar una medalla más por acciones heroicas.