ENFOQUE: Diputados por la impunidad; Jimmy… ¿vetará las reformas?

Gonzalo Marroquín Godoy

Un grupo mayoritario de diputados sigue levantando un muro al estilo de Donald Trump –sin importar lo que se diga–, el muro de la impunidad y el crimen.  ¡Todos a delinquir!

Me llegó un meme muy simpático en donde el juez de un tribunal –yo imaginé uno de esos llamados de Alto Impacto–, está frente a quien se supone es un exministro de Educación, y le preguntan: ¿Acepta usted que se robó Q30 millones del ministerio de educación? Sin dudarlo ni un segundo, el tipejo responde: Si’hoooombre. ¡Acepto!

En el último cuadro, el juez le estrecha la mano y le dice: ¡Listo! queda usted en libertad. Solo faltó que le dijera, disfrute de sus millones.

Este es un meme que circula en redes sociales, muy descriptivo del camino que tendría la corrupción si se llegan a poner en vigencia las reformas al Código Procesal Penal aprobadas por un grupo de diputados que formaron lo que en su momento se llamó Pacto de corruptos.

La Ley de la impunidad es más que eso, es una invitación a delinquir, es una invitación a sumarse a la vida fácil de la corrupción, el crimen organizado y el delito.

Es una vergüenza para nuestro país –en donde la delincuencia impera en las calles, los funcionarios roban a su antojo, el crimen organizado se enraíza cada vez más profundo y el sistema de justicia es un auténtico mamarracho corrupto con demasiados jueces y magistrados trabajando a favor de la impunidad– que se aprueben este tipo de reformas legales por la llamada clase política, que confirma, una vez más, que existe un Pacto de corruptos.

Hace algunos días escribí que el Congreso estaba desbocado, haciendo cosas sucias.  Puse desbocado, porque las ha venido haciendo por cuatro años, pero en este último semestre han sentido que ya no hay quien los controle –como el caballo que ya no siente el freno– y están haciendo, literalmente, lo que se le ronca la gana.

¿Y la sociedad? Tristemente silenciada.  Alguien me dirá que no, que está vociferante en las redes sociales.  La verdad es que la manipulación de las redes sociales es otra de las cosas que coloca a los diputados en una zona de confort.  No importa lo que se diga, siempre hay voces que generan confusión –los net center– y termina diluida y confundida la voz de los opositores.

La votación mayoritaria en el Congreso no sorprende para nada.  Hay que recordar que las investigaciones de la CICIG tienen en el banquillo de los acusados a un montón de los que votaron a favor de las reformas, mientras que otros se saben con la cola machicada.

Esas reformas pueden –¡y deben!– ser vetadas por Jimmy Morales, aunque reconozco que eso casi es misión imposible, tomando en cuenta que ha sido su propio partido (FC-Nación) el que ha impulsado la iniciativa de las reformas –juntamente con la corruptela de la UNE–, y él mismo ha estado en contra de la lucha contra la corrupción y la impunidad.  Lo que sí es cierto, es que, de no vetarlas, terminará pintándose de cuerpo entero como alguien que promueve impunidad, corrupción y delincuencia.

Este Congreso, dirigido por el junior Álvaro Arzú, pasará a la historia como una de las peores legislaturas y, sobre todo, como la que más ha intentado la construcción de un muro de impunidad.

Lo que nos debiera preocupar a todos, es el camino que nos están obligando a recorrer. Si se promueve el crimen, la corrupción y la impunidad, no podemos esperar que las cosas mejoren.  Miremos a nuestro alrededor y veremos casos patéticos.  Los negocios opacos siguen en la administración pública –compras sobrevaloradas como la escuela de Q63 millones que se construirá en Alta Verapaz o el libramiento de Chimaltenango, contratos de última hora y largo plazo antes de salir del Gobierno, plazas fantasmas, etcétera–… y nadie los persigue. 

¿Cuál es el mensaje que se envía a cualquier servidor público?  Muy sencillo: se puede seguir robando.  ¿Cuál es el mensaje que se envía a los delincuentes? Sigan delinquiendo.  Y ¿cuál es el mensaje que se envía a los jóvenes? –esto es gravísimo–: el delito no es tan malo.

Hay quienes ven luces y sombras en estas reformas, pero ese calificativo es una pantalla que confunde más a la opinión pública.  Voy a poner un ejemplo para comparar.  Si alguien hace un café con agua altamente contaminada, será un pésimo y peligroso café, por más que su sabor pueda estar sabroso, porque se utilizó buen café. 

Veamos, no se puede calificar solo de sombras el agua contaminada que enfermará a quien beba ese café.  El café es malo y peligroso.  Punto.  Lo mismo ocurre con las reformas.  Si bien hay en el fondo cosas que pueden considerarse positivas –ninguna bien aplicada–, el resultado es el mismo: son asquerosas y peligrosas. Se hicieron con mala fe, con premeditación y alevosía.

Desde el presidente del Organismo –el joven Arzú Jr.–, hasta el último de los diputados que votaron a favor –incluso los pendejos que dijeron que no conocían a fondo las reformas, pero votaron por ellas–, serán responsables del curso que tomen los acontecimientos en Guatemala en los próximos años por el efecto de estas nefastas reformas, si es que llegan a cobrar vigencia.  ¡Bravo a quienes las impugnen!

Por supuesto, Jimmy Morales también será responsable si no las veta…

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