Gonzalo Marroquín Godoy
Si se cancela a FCN-Nación y la UNE, casi se limpia la mesa electoral para 2019
Si hoy en día le pusieran el nombre de Cacos –ladrones– a un partido político, a nadie le extrañaría, como tampoco si a otro le pusieran Bacos –por el gusto a la bebida–. Pues así llamaron a los dos primeros partidos políticos que se organizaron en el país en 1820: los Cacos, y los Bacos.
Desde entonces, la historia política del país ha visto nacer, crecer y desaparecer a una gran cantidad de organizaciones políticas, casi siempre sin ideología y poca visión de largo plazo. Otras veces fueron las dictaduras militares las que anularon la participación de importantes partidos políticos, los cuales fueron mutando hacia un caudillismo oportunista que aflora y se hace dominante en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI.
Con la Constitución y legislación aprobadas en 1985, se inicia el proceso democrático más prolongado de la historia. Se aprueba una Ley Electoral y de Partidos Políticos que no parece mala para el momento, pero resulta insuficiente para consolidar una auténtica democracia y promover la participación ciudadana en este tipo de organizaciones.
Muy pronto se hace evidente que el sistema político no funciona adecuadamente, pero al menos seguimos avanzando con los procesos electorales. Principia, eso sí, el auge y muerte de los partidos que ganan las elecciones. Colores van y colores vienen: DC (verde), MAS (rojo), PAN (amarillo), FRG (azul), Gana (rojo-azul), PP (naranja) y ahora UNE (verde). El circo llega a tal extremo, que los dirigentes de los partidos usan corbatas con sus colores, a manera de identificación.
La Ley de la materia se vuelve obsoleta, pero la emergente y corrupta clase política no quiere saber de reformas y, por el contrario, logra construir un muro de impunidad terrible –que ahora se trata de tumbar–. Finalmente llega la crisis de 2015 y la presión ciudadana impulsa una reforma que, si bien tiene algunos cambios positivos, no promueve un cambio completo del sistema.
Pero empiezan las buenas noticias. EL TSE sale al paso y principia lo que podría calificarse como ‘depuración de partidos’. El Tribunal canceló al PP y a Líder, pero ahora podrían seguirles el oficialista FCN-Nación y la UNE, situación que vendría a provocar un cambio absoluto en el escenario político del país.
La UNE es en realidad el único partido con cierta organización en el interior –más de 90 mil afiliados–, numerosos alcaldes y una bancada importante en el Congreso. El FCN-Nación es un cascarón inexistente como partido, pero dominante en los poderes Ejecutivo y Legislativo, de donde radica su cuota de poder. Si se confirma su cancelación, todo cambia en el país y, en particular, en el Congreso. Pero ojo, lo más significativo serían los cambios que podrían darse en las próximas elecciones.
Dejaría de haber “partidos grandes’ y ‘partidos chicos’. En realidad, no quedaría ninguna fuerza política dominante y eso sería bueno para una democracia que necesita oxígeno, necesita renovación y requiere de un mayor equilibrio en los pesos y contrapesos institucionales.
El TSE está demostrando que se pueden hacer cosas buenas con las leyes mediocres, siempre y cuando exista voluntad. Hace pocos meses, el país parecía condenado a continuar en medio de tumbos y tropezones. Hoy existe alguna esperanza de que se puede entrar en un camino más iluminado y con menos baches.
Primero, los políticos se quitaron las corbatas por vergüenza; muchos de ellos han ido a parar a la cárcel. Ahora los partidos se resquebrajan o caen de somatón. No hay motivos aún para lanzar al vuelo las campanas del triunfo, pero al menos si se puede decir que empiezan a verse luces al final de un túnel oscuro. Y, Lo mejor de todo… no son luces de colores.!!!