ENFOQUE: Déjà vu en el Congreso

Cuando tenemos la sensación de que estamos viviendo o viendo algo por lo que ya pasamos, se dice, sofisticadamente, que es un Déjà vu.  ¡Nuevo Congreso, mañas viejas!

Gonzalo Marroquín Godoy

13 de septiembre de 2017, una aplanadora de diputados de la anterior legislatura, aprovechó la oscuridad del día para aprobar nefastas reformas al Código Penal, con el fin de favorecer la corrupción –y de paso a numerosos criminales y delincuentes comunes–, en una acción que dio en llamarse el pacto de corruptos.  La presión social obligó a dar marcha atrás a lo decidido por 107 parlamentarios.

De hecho, no era algo extraño que los diputados intentaran algo turbio y aprobaran leyes o reformas espurias con dedicatoria especial.  El Congreso anterior, bajo la conducción nefasta de Álvaro Arzú Jr. se caracterizó por ese tipo de acciones.  Además, no faltaron las denuncias públicas –provenientes de algunos diputados–, sobre dinero que circulaba entre bambalinas, para que se aprobaran leyes, se concedieran obras u otro tipo de beneficios dirigidos de manera específica. 

Antes de terminar su nefasta gestión, los diputados guiados por el grupo FCN-Nación y la directiva de Arzú, aprobaron unas reformas parecidas a las frustradas en 2017, lo que se llamó Ley de aceptación de cargos, otra vez, para beneficiar principalmente a los implicados en actos de corrupción.  De nuevo se les puso alto, esta vez por la Corte de Constitucionalidad (CC).

Tras las elecciones del año pasado surgió un mínimo de esperanza entre sectores de la población, tomando en cuenta que llegarían varios diputados nuevos y que podría verse un cambio entre la vieja política.  Finalmente ha sucedido: ¡No hay cambio!, se repiten aquellas acciones oscuras, la compra de votos, las denuncias de corrupción y las actitudes de una facción comprometida.  Eso sí, al menos con menos fuerza que antes, porque hoy en día, difícilmente podrán sumar mayoría calificada, aunque con el paso del tiempo, más manzanas nuevas podrían podrirse por las malas compañías.

La elección de la Junta Directiva fue el primer Déjà vu.   De nuevo intervención del Ejecutivo –de acuerdo a las denuncias públicas– y la compra de votos de algunos diputados de la UNE, que se plegaron a un naciente oficialismo, ávido de mejorar su control y poder dentro del Organismo Legislativo.

La vieja política se niega a morir en el Legislativo.

La última gracia de los diputados de esta vieja política se dio esta semana, cuando sorprendieron al pleno al poner a discusión, sin previo aviso, las reformas a la Ley de ONG.  Nadie puede negar que cualquier fiscalización que se haga a las ONG –especialmente a las que manejan fondos del Estado– es buena y necesaria.  Pero se olvidaron que las ONG ya son objeto de controles como cualquier empresa por parte de la SAT y la IVE.  Bajo argumentos falaces, hicieron evidente que se trata de un esfuerzo por controlar a las pocas ONG que tienen participación sociopolítica, y entonces incurrieron en aprobar inconstitucionalidades, al pretender restringir derechos como la libertad de expresión y de manifestación.

En otras palabras, mezclaron el cebo con la manteca.  Actuaron con intereses o sesgo particular o ideológico, cuando están llamados a legislar a favor del pueblo y del país, no de sectores o actores políticos.

Déjà vu.  Nuevos diputados, pero predominan las viejas prácticas.  Ya no está Arzú y su pandilla para dirigir y manipular a los diputados, pero ahora está el oficialista Allan Rodríguez, quien en sus primeras declaraciones aseguró que su primera acción sería recuperar la credibilidad  del Congreso.  Nada que ver.  Es más de lo mismo.

Pero aún no hemos visto lo peor.  Eso está por venir.  Ya veremos la forma en que se compartan los diputados en la elección de magistrados de sala y magistrados a la Corte Suprema de Justicia.  Querrán magistrados que les garanticen impunidad, al menos la mayoría de ellos. Si hay –como siempre ha habido– manipulación en las comisiones de postulación, peor será en el Congreso, en donde privarán los deseos políticos de este grupo que parece ser mayoritario y aprovecha que la UNE –bancada mayoritaria– es un partido en decadencia en donde todos se sacan los trapos shucos.

Si las reformas con dedicatoria para las ONG no eran espurias, oscuras y manipuladas, ¿por qué no se presentó el proyecto para discutirlo en la reunión de jefes de bloque? ¿Por qué hacerlo con sorpresa y alevosía, aprovechando que habían juntado los 81 votos necesarios? 

Apenas ha pasado un poco más de un mes de gestión de las nuevas autoridades y ya se ven actitudes que deben llamar a la reflexión y preocuparnos a los ciudadanos.  Al parecer, tendremos Déjà vu a cada rato.  Le han pasado una papa caliente al presidente Alejandro Giammattei.  La vieja política, representada por Jimmy Morales, tenía como jugada cantada que no habría veto.  Eso quiere decir que el presidente decidirá con su veto o sanción de las reformas, el mensaje que quiere enviar.  Vetarla sería un cambio.  Las apuestas dicen que habrá Déjà vu presidencial. 

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