Gonzalo Marroquín Godoy
18 años al frente de la comuna capitalina y seguimos sin soluciones de fondo…
Los capitalinos nos hemos vuelto una especie de Jack Nicholson –en el personaje de Atrapado sin salida, o One Flew Over the Cuckoo’s Nest– es decir personas que simplemente queremos eludir algo, pero que terminamos por entender que estamos atrapados sin salida, en una ciudad que cada vez se vuelve más asfixiante, más insoportable y sobre todo, menos ‘amistosa’, como para tener una vida de paz, saludable y digna.
Hace 25-30 años se podía tomar la hora del almuerzo para compartir con la familia, comer, tomar un breve descanso y volver a la actividad. Hoy, no solo es imposible, sino que se ha convertido en una utopía para aquellos que quieren –o necesitan– de ese momento tan familiar, pero también necesario para recuperar la energía diaria y compartir con los seres queridos.
18 años al frente de la comuna capitalina
y seguimos sin soluciones de fondo…
¿Qué ha sucedido durante ese tiempo? Cada año entran más de cien mil automóviles al parque vehicular en la capital. La ciudad crece sin orden, sin control, sin planificación y simplemente, cada 365 días, estamos más atrapados en una maraña, auténtica de estampida de llantas –como solía llamarla Luis Felipe Valenzuela en Emisoras Unidas–, sin que se haga nada de fondo con miras al futuro.
En la última campaña electoral, el flamante candidato y alcalde ad eternum –eterno, permanente, con 18 años en el cargo y varios alcaldes de por medio, pero todos ellos de su mismo equipo–, Álvaro Arzú, prometió ¡nada menos!, que él nos daría la ciudad del futuro.
Esto ha sido objeto de risas, burlas y hasta memes en las redes sociales, precisamente por esa asfixiante ciudad que vivimos a diario. La broma dice –palabras más, palabras menos–, que Arzú ha cumplido su promesa, porque con el tráfico que hay en la ciudad, se sale un día y se regresa al otro… se cumple lo de ser una ciudad del futuro.
Ayer apenas ha salido una noticia, precisamente en elPeriódico, informando en la forma en que la comuna maneja con absoluta opacidad sus fidecomisos, entre ellos el del transporte público. Menciono esto, porque una de las causas por las que el tráfico aumenta de manera tan desmesurada, es porque no hay en la ciudad un sistema de transporte público que responda a las necesidades de los vecinos.
Claro que el Transmetro ha demostrado eficiencia. Lo lamentable es que no se ha vuelto integral, no se ha desarrollado adecuadamente y únicamente se amplía cada cuatro años, cuando se aproxima la época electoral. Los vecinos, tan urgidos de mejoras, se dejan deslumbrar, con el espejito de cada cuatro años, con los parques y urbanismo visual que si sabe hacer Mr. Arzú –quien por ciento dicen que ahora ha encontrado un político a quien admirar en Donald Trump–.
El tráfico nos asfixia, como pronto sucederá con la basura, porque tampoco ha resuelto el problema de manejo de los desechos sólidos, y se sigue acumulando en el basurero de la zona 3, muy a pesar de todas las advertencias que se le han formulado desde hace varios años.
Hay que reconocer que si hubiera existido alternancia en el poder municipal capitalino no cabrían tan severas criticas ¡Pero son 18 años! Por el amor de Dios, cómo es posible que no haya una solución de mediano y largo plazo.
No todo el mundo lo sabe, pero la autopista privada conocida como Vas, pudo haber entrado en funcionamiento unos dos o tres años antes, pero a Mr Arzú no se le antojó, simplemente, darle autorizaciones para desembocar en la capital, de tal cuenta que su ramal principal se tuvo que desviarse a Boca del Monte, perdiendo gran potencial para ayudar a resolver el caos vehicular que no se atiende más que con pasos a desnivel.
Atrapados por el tráfico, sin resolver los problemas de fondo de basura, agua y contaminación –para citar unos pocos–, con opacidad y corrupción… ¿a dónde irá nuestra ciudad? 18 años para no resolver… ¿se necesitan más?