En verdad es una lucha: Libertad vs. corrupción

Gonzalo Marroquín Godoy

La corrupción es el deterioro de valores, abuso de autoridad y saqueo del Estado, en detrimento de los intereses del pueblo… es decir de todos los guatemaltecos.

Desde hace algunos años se viene intentado hacer ver que la lucha contra la corrupción tiene trasfondo ideológico. Muchos han caído en ese juego y resulta que, para ellos, todo el que se opone a los abusos y desmanes de las autoridades y denuncian a las mafias incrustadas en el Estado, son de izquierda.

Nada más alejado de verdad. No tiene que ver con alguna ideología expresarse y manifestarse en contra de la desbocada corrupción y absoluta impunidad que existe en Guatemala.  De hecho, creo que toda persona de bien debiera estar en contra de esos dos males que nos agobian y que están debilitando de manera sistemática la democracia, llevándonos paulatinamente a una confrontación que nada bueno puede traer.

Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella.  Encontré esta contundente frase que nos queda como anillo al dedo en estos momentos.  Es de la cantante estadounidense Joan Báez, quien me parece da perfectamente en el clavo de nuestra situación. 

Aquí no se trata de luchar derecha vs. izquierda.  Se trata de ver de qué lado se quiere colocar cada quién: del lado de la libertad, la democracia, los principios y valores o, por el contrario, del lado de la corrupción, la impunidad y el autoritarismo.

Es así de sencillo.  No se trata de un caso en particular –como podría ser el de José Rubén Zamora–, se trata de tener presente el escenario completo de lo que viene sucediendo en el país desde hace muchos meses y ver de qué lado queremos estar.

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Vale la pena reflexionar sobre qué es una dictadura y preguntarnos si no tenemos ya un sistema así en Guatemala.  El concepto de dictadura es el siguiente: Es el régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y libertades individuales.

¿En dónde está concentrado todo el poder en este momento? La respuesta es obvia, aunque muchos no la quieran aceptar, para justificar de qué lado están. 

El poder está concentrado en lo que yo llamo alianza oficialista que, para principiar, controla los tres poderes del Estado –Ejecutivo, Legislativo y Judicial–, las instituciones más importantes para que la democracia funcione, como son la Corte de Constitucionalidad (CC), Ministerio Público (MP), Tribunal Supremo Electoral (TSE) y, en apenas unos días, la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH).

Si a eso se suma que dentro de esa alianza están militares, mafias y estructuras criminales incrustadas en el Estado, partidos políticos, empresarios, canales de televisión y hasta el narcotráfico, se puede comprender que estamos frente a una poderosa dictadura, como también se entenderá que tiene la capacidad para hacer lo que quiera a quien quiera, porque enfrentar esa dictadura es enfrentar un poder que pocas veces hemos visto los guatemaltecos durante los últimos 78 años, es decir, desde que cayó la dictadura ubiquista.

Es triste y preocupante la situación a la que hemos llegado, como triste es ver la miopía de muchas personas que siguen con la cantaleta de las ideologíasTan mala es una dictadura de izquierda como una de derecha.  Cuando se limitan las libertades ciudadanas, cuando se concentra un poder desmesurado como el que estamos viendo, no se puede esperar nada bueno para la mayoría de la población.

Bien dejó acuñada esta frase el historiador y noble británico Lord Acton: El poder tiende a corromper, y el poder absoluto, corrompe absolutamente. ¡Es cierto! Vemos que siempre se da qué, a mayor poder, mayor corrupción y abuso de parte de las autoridades. 

Es interesante observar que muchos de los que aquí se rasgan las vestiduras defendiendo a la dictadura que nos vienen imponiendo, critican lo que hace Daniel Ortega en Nicaragua.  El tirano nicaragüense ha mentido a la cárcel a la cúpula empresarial, a periodistas, a líderes de oposición y ahora persigue a la iglesia católica.  Así actúan las dictaduras.

A José Rubén Zamora le caerá todo el peso de la ley y se le desprestigiará con toda la fuerza de la dictadura, de la misma manera que se intenta hacer con jueces, fiscales y operadores de justicia que han luchado contra la corrupción.  El TSE está listo para que, si surge algún candidato con fuerza y no es parte de la alianza oficialista, se le impida participar, como también hizo Ortega.

Las evidencias de la represión son claras: el MP va con todo contra los personajes que considera enemigos de la dictadura.  A los enemigos, se les persigue, montan casos, se les difama y desprestigia con todo el aparato oficial –canales y medios de la alianza oficialista–, mientras ese mismo MP es una eficaz tapadera de la corrupción imperante y esconde toda la porquería que brota, aunque la hacen la hacen parecer inexistente, al menos a los ojos de la justicia.

No nos confundamos: de un lado estamos los que queremos libertad y respeto a los valores democráticos y repudiamos el autoritarismo; del otro lado están los aliados de la corrupción y de la dictadura.

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