El economista francés Thomas Piketty propone «superar el hipercapitalismo actual» para combatir las desigualdades con el fin de detener un repliegue identitario «extremadamente peligroso», en una entrevista con la AFP con motivo de la publicación el jueves de su nuevo libro, «Capital e Ideología».
Considerado una figura estelar de la economía, el profesor de la Escuela de Economía de París publicó este nuevo libro de más de 1,200 páginas seis años después del éxito mundial de su obra anterior, «El Capital en el Siglo XXI», que ya vendió más de 2.5 millones de ejemplares.
¿Qué busca demostrar en su nuevo libro?
En este libro, trato de mostrar que en la historia ya hubo grandes cambios ideológicos. Todavía pensamos que la estructura de las desigualdades no cambiará, que las cosas son sólidas como una roca. Pero todas las ideologías terminan siendo reemplazadas por otros sistemas de organización de las relaciones sociales y la propiedad. Pasará lo mismo con el régimen actual.
¿Cómo?
Necesitamos retomar el hilo, con calma, con serenidad, tratando de discutir soluciones para superar el hipercapitalismo actual, a la luz de las experiencias históricas. La buena noticia es que todos los regímenes políticos desiguales terminan transformándose, a menudo con momentos de crisis más violentos de lo que uno quisiera. Desearía que se pudiera hacer pacíficamente, a través de la deliberación democrática, con elecciones. A veces hay momentos imprevistos de crisis, como el Brexit. En estos momentos, como lo muestra la historia, uno necesita recurrir a los repertorios de ideas producidas en el pasado.
¿Cuál es el riesgo si no se debate sobre las desigualdades?
Si nos negamos a hablar sobre la superación del capitalismo por una economía más justa y descentralizada, corremos el riesgo de continuar fortaleciendo las narrativas del repliegue identitario, del repliegue xenófobo. Estas son historias nihilistas extremadamente peligrosas para nuestras sociedades que se alimentan de la negativa a discutir soluciones justas, internacionalistas, soluciones igualitarias de reorganización del sistema económico.
Es severo con la evolución de la sociedad desde la caída del imperio soviético.
Es hora de hacer un balance de las decisiones tomadas desde los años ochenta y noventa. Al inicio de la década de 2020 podemos ver sus límites con una globalización altamente desigual, que es desafiada por muchos y que nutre repliegues identitarios extremadamente peligrosos. La revolución conservadora de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, así como la caída del comunismo soviético, dieron una especie de impulso a una nueva fe, a veces ilimitada, en la autorregulación de los mercados, la sacralización de la propiedad. Pero es un movimiento que creo que está llegando a su fin.
¿Cuál fue la influencia de la caída del Muro de Berlín, hace 30 años, en la evolución de las desigualdades?
El año 1989 da lugar a un mundo donde la desilusión post-comunista conduce a una especie de sacralización del hipercapitalismo. El comunismo en el siglo XX, después de presentarse como el desafío más formidable a la ideología de los propietarios, terminó convirtiéndose en el mejor aliado del hipercapitalismo precisamente por su fracaso. Después de 1989, dejamos de pensar en la cuestión del exceso de desigualdad en el capitalismo, la necesidad de regular, de superar el capitalismo. El caso extremo es Rusia, donde no hay ningún impuesto a la herencia, ni impuesto a la renta progresivo. Ni siquiera Donald Trump, en sus sueños más locos, plantea algo así.
El Partido Comunista todavía está en el poder en China…
La historia es diferente en China, aunque ahí tiene el desastre maoísta, la revolución cultural… Existe el papel dominante del Partido Comunista pero también hay una negativa a superar la desigualdad generada por la propiedad privada. China, como Rusia, no tiene impuesto a la herencia. El caso de Hong Kong es inaudito porque es el único país del mundo que se ha vuelto más desigual después de convertirse en comunista. Existía un impuesto a la herencia que se eliminó luego de la retrocesión a China.
No teme utilizar la palabra «socialista», aunque ya no está de moda
No tengo miedo. Creo que el socialismo democrático, que es la socialdemocracia, ha traído consigo no solo esperanza, sino también un tremendo éxito durante el siglo XX.