EN LA JUGADA | Pocos técnicos extranjeros han dejado huella  


El tema de los entrenadores de la selección es apasionante ya que hemos tenido una gran variedad en la historia, y casi siempre se ha pensado que es el técnico el que nos vendrá a solucionar los problemas, sin reconocer que es la estructura la que debe mejorar considerablemente…


Hugo Castillo Aragón

Recientemente coincidieron en un programa deportivo, Guillermo El Pando Ramírez y Dwight Pezzarossi, figuras del fútbol guatemalteco en los años 90 y principios del nuevo siglo, y entre muchas de las cosas que abordaron me pareció muy interesante cuando tocaron el tema de los seleccionadores nacionales, específicamente de Hernán Darío Gómez, El Bolillo, quien tuvo un paso triste y poco exitoso por Guatemala.

Tanto el Tanque como el Pando, quienes jugaron en el exterior con equipos respetables y fueron fundamentales en aquella selección que jugó las eliminatorias rumbo a Alemania 2006, liderada por Carlos El Pescado Ruiz, coincidieron en lo poco que aporto el técnico colombiano.

El Bolillo, hoy en El Salvador, llegó al país con grandes expectativas sobre todo porque había sido protagonista en cuerpos técnicos de Colombia, Ecuador, entre otros y simplemente no encontró en Guatemala lo que esperaba o quería y fue un fracaso más de los muchos que hemos tenido.

Decía el técnico colombiano que en Guatemala no tenía jugadores, navegó muy bien en el mar de las excusas y finalmente fue uno más de la lista de entrenadores extranjeros que han pasado por la selección azul y blanco sin pena ni gloria.

El tema de los entrenadores de la selección es apasionante ya que hemos tenido una gran variedad en la historia, y casi siempre se ha pensado que es el técnico el que nos vendrá a solucionar los problemas, sin reconocer que es la estructura la que debe mejorar considerablemente.

Recordemos que llegamos a tener a técnicos como Carlos Salvador Bilardo, campeón mundial en 1986, quien asegura haber revolucionado el futbol en México 86.

El argentino fue contratado por Guatemala como un mesías, pero solamente estuvo un par de veces, habló más de la cuenta y dejó a un segundo al frente del equipo nacional. No pasó nada.

Bilardo era a lo máximo que podíamos aspirar en ese entonces y es como que hoy llegará a la selección Carlo Ancelotti o José Mourinho, con gran experiencia y altos pergaminos, pero sin conocer la realidad del país, mucho menos del futbol local.

Es el principal problema que enfrentan los extranjeros en este país, llegan sin conocer nada, y en lo que tratan de adaptarse los absorbe una especie de letargo que los hace poco eficientes.

Pero no podemos ser injustos, y aunque el Mundial sigue siendo la gran esperanza o más bien la eterna esperanza, entrenadores extranjeros como don Rubén Amorín, quien ganó un Norceca, lo que hoy es la Copa Oro, puede ser considerado como el más grande de todos los tiempos en este país ya que también ganó un título de Concacaf con Municipal.

Éver Hugo Almeida, quien clasificó a una selección sub-20 al mundial, es otro de los que dejaron una huella que debe reconocerse y luego viene Julio César El Pocho Cortés quien ganó un título centroamericano y dejó buen sabor de boca, era un caballero y un gran estratega. Los tres técnicos mencionados comparten una característica, todos son uruguayos.

Es importante la mención al argentino Carlos Cavagnaro, de buena actuación con el bronce en los Juegos Panamericanos de Caracas 1983, el hondureño Ramón Maradiaga, y el mexicano-uruguayo Carlos Miloc, que impactaron y aún se les recuerda de buena manera por aficionados y comunicadores deportivos.

En tiempos de eliminatorias mundialistas vienen a la memoria esos técnicos y muchos se preguntan en dónde queda el mexicano Luis Fernando Tena, quien ha mostrado cosas interesantes, pero no ha terminado la misión para lo que fue contratado y al final tendrá su evaluación en comparación con otros que ganaron menos dinero y tuvieron menos apoyo.

Tena tiene un gran palmarés, con una medalla de oro con México en Juegos Olímpicos, lo cual no es poca cosa y en clubes tiene gran reconocimiento en el vecino país, pero con Guatemala aún tiene muchas asignaturas pendientes que ojalá gane con buena calificación.

Clasificar al Mundial del 2026, que tiene más plazas que nunca para Concacaf, es su gran examen para entrar en el selecto grupo de Amorín, Almeida y Cortés o quedarse en el de los extranjeros que llegaron, pero no tuvieron éxito.

hugocastillo68@gmail.com


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