
Por eso insisto en mencionar y valorar los deportes de Estados Unidos que a mi parecer tienen más justicia deportiva que el fútbol, no solo hablando de reglas sino también en la forma que eligen a los destacados
Hugo Castillo Aragón
La semana pasada el Balón de Oro, que entrega la revista France Football, se llevó buena parte de los titulares y las discusiones en redes sociales, estériles e insoportables, ya que casi nadie se enfoca en lo que realmente debe valorarse: los resultados y las estadísticas.
Es un problema del futbol que se analiza primero con sentimientos, segundo por sentimientos y tercero con sentimientos ya que la discusión pasa más por percepciones antes que por rendimiento.
Por eso insisto en mencionar y valorar los deportes de Estados Unidos que a mi parecer tienen más justicia deportiva que el fútbol, no solo hablando de reglas sino también en la forma que eligen a los destacados en lo que se denomina MVP o más valioso, que sería el equivalente al Balón de Oro.
La NBA, NFL y MLB, los deportes que más consumimos en esta parte del mundo son completamente diferentes y responden a públicos también muy diferentes, pero coinciden cuando de elegir a los más valiosos se trata y sus medios de comunicación, así como periodistas especializados basan su análisis en los números.
En la NFL, un panel de 50 periodistas especializados se encarga de nombrar al jugador más valioso y el criterio principal para dar el galardón es el rendimiento estadístico en la temporada regular, también el impacto directo en las victorias del equipo.
En NBA son 100 periodistas los que eligen y hay un voto de los aficionados, y así como en la NFL, son las estadísticas en la temporada regular lo que pesa o sea la suma de puntos, rebotes y asistencias, principalmente.
Se agrega la influencia y el liderazgo y la consistencia durante la temporada regular que en los deportes norteamericanos pesa muchísimo para elegir a los destacados.
En las Grandes Ligas de béisbol se valora el rendimiento ofensivo o de pitcheo, el promedio de bateo, cuadrangulares, promedio de carreras limpias, entre otros parámetros y también pesa la contribución al éxito del equipo, así como la importancia del jugador en momentos decisivos.
A diferencia de la NBA y NFL, no es raro que el jugador de un equipo no contendiente gane si sus estadísticas son históricamente sobresalientes y como los otros deportes solo cuenta la temporada regular.
Más justicia deportiva imposible, porque se evita esa discusión barata que se da en el fútbol de la que solo ganan en estos tiempos los que viven de colocar basura en las redes sociales.
Hubiera sido una barbaridad histórica si el Balón de Oro quedaba en manos de Lamine Yamal, quien por más bonito que juegue no tenía en esta temporada los méritos para recibir ese premio y el sentido común iluminó a los votantes para dárselo al francés Dembelé quien con solo haber levantado la copa de la Champions League tenía para arrasar en las votaciones tal y como lo hizo.
Recordemos esas injusticias imperdonables como en el 2010 cuando el Balón de Oro no le fue otorgado a Andrés Iniesta, quien había sido campeón del mundo en el Mundial de Sudáfrica, con el agregado que anotó el gol ganador en la final contra Países Bajos.
La subjetividad del fútbol sigue siendo el común denominador, no solo en los premios, también en las reglas de juego que evolucionan muy poco y la discusión se desarrolla con más pasión que razón. hugocastillo68@gmail.com
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