EN LA JUGADA – Estados Unidos y el fútbol, un matrimonio duradero


Nunca en la historia del fútbol moderno un presidente de EEUU había puesto tanta atención sobre un deporte que no es el primero en audiencia en su país y, aunque ha crecido, no lo ha hecho con la velocidad que quisieran sus promotores, incluyendo la FIFA.


Hugo Castillo Aragón

La NFL, MLB, NBA y NHL siguen acaparando las mayores audiencias ya que son deportes que no solo entretienen, sino que ofrecen una experiencia extraordinaria a los aficionados en sus estadios y, sobre todo, se disfrutan de forma perfecta por la televisión. Contra eso compite el denominado “soccer”, que no es nuevo en la unión americana.

Pero en el marco del recién disputado Mundial de Clubes, el mundo pudo observar al presidente Donald Trump dar un espaldarazo impresionante al fútbol, no solo con su presencia en el palco del Metlife Stadium, la casa de los Gigantes y Jets de la NFL, sino interactuando de la forma más placentera con dirigentes y protagonistas.

Bajó a entregar la copa al Chelsea, posó con los jugadores y días antes recordó al Cosmos de Nueva York, equipo de la desaparecida North American Soccer League (NASL) en los años 70 y 80 que llevó a figuras como Pelé, Franz Beckenbauer y Giorgio Chinaglia, todos en el ocaso de sus carreras deportivas.

Casi nadie recordaba esos días cuando Pelé, el mejor jugador de todos los tiempos, desembarcó en Nueva York para lo que fue posteriormente un intento fallido porque los norteamericanos consumieran más “soccer”.

Pero lo más relevante de esa interacción de Trump con el deporte más popular del planeta fue sugerir en tono de broma y también con cierta seriedad, que si pudiera decretaba el cambio del nombre “Soccer” por fútbol como se conoce a nivel global.

Con estos mensajes queda claro que Estados Unidos apuesta fuerte por el Mundial del 2026, que lo considera un evento de enorme relevancia y que quiere superar el éxito de la Copa del Mundo de 1994 que generó después el nacimiento de la MLS una liga, de franquicias, adaptada al estilo del país, sin ascensos ni descensos.

Sin embargo, la política migratoria de Trump podría convertirse en una amenaza para un mundial que está a menos de un año de disputarse y que tiene en el mercado latino su mayor fuente de ingresos ya que en los últimos 20 años el país ha acaparado buena cantidad de eventos como la Copa América, Copa Oro, Mundial de Clubes, entre otros.

La mina de oro que significa jugar en Estados Unidos ha sido perfectamente aprovechada, principalmente por países como México, cuya selección y equipos disputan buena cantidad de partidos en diversas ciudades donde el público de ese país es mayoría.

FIFA lo sabe, Estados Unidos es la gallina de los huevos oro, por eso no solo se acercó de una forma bastante inteligente a Trump, a quien seguramente convencieron de la importancia de un mundial, no solo como imagen sino como generador de ganancias económicas a todo nivel, porque es un negocio redondo.

Estados Unidos podría organizar dos o tres mundiales al mismo tiempo, tiene infraestructura casi perfecta, aunque el clima será otro de los factores en contra de un torneo en donde se deberá evaluar horarios y la conveniencia de jugar la mayor parte de duelos en estadios techados.

El próximo verano promete mucho en Estados Unidos, que tendrá a 48 selecciones en acción con una buena cantidad de aficionados de todo el mundo interactuando y disfrutando de un país con la cultura deportiva más exitosa del planeta. Mientras tanto la FIFA hace todo para que el matrimonio con Norteamérica dure mucho más, y que todos sean felices para siempre.


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