En la Fontana di Trevi, los turistas anteponen los selfis a las mascarillas

«¡Saquénsela, saquénsela!». Inmediatamente después de que un agente se haya girado, un padre de familia pide a sus hijos que se quiten la mascarilla. En la Fontana di Trevi, la prioridad de los turistas no es protegerse del coronavirus, sino hacerse una buena foto de familia.

Delante de esta imponente obra barroca, uno de los lugares más turísticos de Roma, la policía italiana tiene serias dificultades para imponer el uso de la mascarilla a los visitantes que quieren sacarse una instantánea.

Desde el lunes, el uso de las mascarillas es obligatorio por la noche en las zonas más concurridas de la capital italiana. 

Con esta medida, junto con el cierre de discotecas, las autoridades esperan frenar una nueva ola de contagios de la covid-19 en un momento en que los rebrotes se multiplican en varios países de Europa.

Complejo escultórico

«¿La ves? Me la imaginaba más pequeña», comenta a sus colegas un adolescente vestido con una camiseta de un equipo de fútbol delante del monumental complejo escultórico de travertino y mármol de Carrara. 

Unos pocos policías municipales les recuerdan: «Chicos, ¡deben ponerse las mascarillas después de las 18H00!».

Cuando empieza el atardecer, es uno de los momentos de mayor presencia de visitantes en el centro de la capital italiana, con sus callejones llenos de turistas con pantalones cortos, gafas de sol y que degustan un «gelato» (helado).

«Voy a formular un deseo, lanzaré una moneda (en la fuente)», asegura una chica española con una camiseta rosa, al lado de su madre.

«Mamacitaaaa»

Un mendigo gitano con los pies deformados por la poliomielitis pide limosna y los carteristas pululan en medio de la multitud, mientras que los viajeros preparan su teléfono móvil para inmortalizar su visita al monumento que hizo mundialmente famoso la «La dolce vita» de Federico Fellini.

«¡Mamacitaaaa!», grita una familia latinoamericana mientras posa para fotografiarse.

Italianos, ingleses, franceses o incluso algunos pocos indios o chinos, todos ellos se suceden ante sus teléfonos o cámaras. 

La estatua de Neptuno, dios del océano, concentra la mirada de los curiosos en el centro de un monumento que hizo construir el papa Clemente XII en 1732 en homenaje al océano y la belleza del agua.

Pero tres siglos más tarde, sus visitantes están sobre todo pendientes de hacerse un selfi y compartirlo en sus cuentas de Instagram, Snapchat o TikTok, y por ello se oponen a que el uso de la mascarilla pueda estropearles su fotografía.

Medidas sanitarias

Sin embargo, los agentes no desisten en su deber: «Señoras y señores, pónganse la mascarilla», insisten los policías, encargados de insistir constantemente, con signos si hace falta para los extranjeros, sobre la necesidad de respetar las medidas adoptadas para frenar la pandemia. 

Repiten el mismo mensaje desde el altavoz de un vehículo de las fuerzas de seguridad, aunque la mayoría de turistas hacen caso omiso y se sacan la mascarilla para fotografiarse cuando los agentes dejan de vigilar.

«Venga, sáquense las mascarillas», repite un padre de familia, aunque su hijo estaba despistado y tuvieron que repetir la instantánea.

«Recibí una advertencia de un policía», bromea un joven francés, mientras que otra visitante española reconoce lo que piensan la mayoría de turistas ante la Fontana di Trevi: «Es mucho mejor fotografiarse sin la mascarilla». 

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