El doctor español Manel Puig Domingo ha supervisado el diseño y producción de un nuevo respirador, en una fábrica de la empresa automotriz SEAT. No es tan completo como uno convencional, pero la urgencia de la COVID-19 lo ha impuesto a una velocidad que «ni se nos pasaba por la cabeza».
Las autoridades de distintos países han pedido ayuda a la industria automovilística, y tanto General Motors y Ford en Estados Unidos como PSA en Francia se han lanzado a la tarea.
En una entrevista telefónica con la AFP, el doctor Puig, director del Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol, cerca de Barcelona, cuenta cómo en dos semanas se ha desarrollado en España un modelo «bastante simple», que se está produciendo a razón de 100 unidades al día en la fábrica de SEAT en Martorell (Cataluña), y pronto podría servir en África y Latinoamérica.
El diagnóstico de partida es inapelable: con la pandemia azotando el planeta entero, la producción mundial de material sanitario se ha visto «totalmente comprometida», y «si eres dependiente de terceros, lo puedes pasar muy mal», tal como lo experimentó España.
AFP / Pau Barrena Una empleada trabaja en la fabricación de respiradores en la planta de la compañía automovilística SEAT, el 7 de abril de 2020 en Martorell (Barcelona).
Los respiradores son fundamentales para salvar vidas, ya que permiten seguir respirando a los pacientes aquejados de neumonía bilateral, una patología grave inducida por el coronavirus.
El modelo estándar permite dos cosas: respirar al 100% por el paciente, previamente sedado, y respirar «a demanda», es decir, completar las respiraciones cuando el paciente es capaz de hacerlo parcialmente.
El modelo desarrollado bajo la supervisión del doctor Puig permite la primera opción, pero no la segunda.
Por lo que cuando el paciente empieza a recuperarse, necesita a su lado un respirador estándar, que sirva de transición antes de extubarlo.
AFP / Pau Barrena Un empleado muestra un compresor regulador de aire durante la producción de respiradores en la fábrica de la compañía automovilística SEAT, el 7 de abril de 2020 en Martorell (Barcelona).
En pocas semanas podrían tener la solución completa, ya que, en paralelo, el doctor Puig está trabajando con sus equipos en otros dos modelos de respirador más completo que sí permiten respirar a demanda.
Un proyecto «totalmente altruista»
«En un ámbito de país moderno y rico nunca deberían llegar a tener que usarse» estos respiradores básicos, dice el doctor Puig.
En España había apenas un par de fabricantes al inicio de la pandemia. El investigador apunta que de momento 42 hospitales de todo el país solicitaron el modelo, bautizado OxyGEN y desarrollado en base a la idea de una pequeña empresa de ingenieros barceloneses, Protofy.xyz.
El ingenio consiste en la adaptación de un motor de limpiaparabrisas, y consta de 119 piezas, aportadas por el propio fabricante y por proveedores electrónicos habituales. Fue probado en cerdos y autorizado por la Agencia Española del Medicamento.
AFP / Pau Barrena Unos empleados trabajan en la fabricación de respiradores en la planta de la compañía automovilística SEAT, el 7 de abril de 2020 en Martorell (Barcelona).
Por responsabilidad social, no será patentado, de modo que «cualquier fabricante de automóviles u otro sector que tenga capacidad para producir este respirador, lo puede hacer», comentó a AFP un portavoz del fabricante de coches.
Según añadió este portavoz, es un proyecto «totalmente altruista», financiado en su integridad por SEAT por un montante que no pudo precisar. La producción comenzó el sábado, el ritmo actual es de unas 100 unidades al día y la capacidad máxima, de 300, puntualizó.
El doctor Puig, endocrinólogo de especialidad, dice que le gustaría ver llegar este nuevo modelo a África y Latinoamérica, porque «muchos de los países de esos continentes ni mucho menos pueden hacer frente a disponer de una cantidad muy importante de respiradores».
Según dice, han llegado solicitudes de Italia y se está hablando con Argentina y Chile, aunque todo dependerá de «la robustez de los sistemas de salud de esos países». «Lo que no se quiere es que esto se ponga en manos de gente que haga negocio con ello», asevera.