Barcelona, España | AFP |
Apenas a horas de que el presidente catalán, Carles Puigdemont (foto superior), haga el anuncio oficial, el gobierno español le ha pedido que no haga nada «irreversible» y desista de agravar la crisis política que vive España con una declaración independencia unilateral, demanda a la que se sumaron voces europeas.
«Quiero pedirle al señor Puigdemont que no haga nada irreversible, que no emprenda ningún camino que no tenga vuelta, que no lleve a cabo ninguna declaración unilateral de independencia, que vuelva a la legalidad», dijo a la prensa el portavoz del gobierno central, Íñigo Méndez de Vigo horas antes del anunciado mensaje del presidente catalán.
La vicepresidenta del gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, en una acalorada sesión en el Senado, dijo que «vivimos uno de los momentos más importantes y difíciles de nuestra democracia», restaurada con las elecciones de 1977 y la Constitución de 1978 tras la dictadura franquista.
Madrid recibió además el respaldo del presidente francés Emmanuel Macron y el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, quien pidió al ejecutivo catalán que «no anuncie una decisión que vuelva tal diálogo imposible»
Por su lado Macron señaló que «confía» en una solución pacífica ante el «acto de fuerza» del ejecutivo catalán.
El Parlament era un fortín. La policía catalana cerró al público el parque donde se encuentra la Cámara para «prevenir situaciones de presión sobre la actividad parlamentaria», ya sean unionistas o secesionistas, señaló un portavoz del cuerpo policial.
Las vallas rodeaban las entradas al parque, y había decenas de furgonetas policiales, muchas de ellas dando vueltas por la zona. Para entrar había que pasar por dos controles más que los habituales, y un helicóptero sobrevolaba la sede.
Cientos de manifestantes empezaban al exterior de la zona acordonada para dar su apoyo al presidente catalán.
El contenido de su discurso es una incógnita: inicialmente prometió declarar la secesión como colofón a la escalada con el gobierno central de Mariano Rajoy, firmemente opuesto a permitir una consulta legal reclamada por una amplia mayoría en la región.
– El gobierno catalán, unido en torno a Puigdemont –
El portavoz del gobierno catalán, Jordi Turull, en su rueda de prensa semanal, se negó a comentar nada sobre el contenido del discurso de Puigdemont, pero negó que hubiera divisiones internas: el ejecutivo catalán está «absolutamente cohesionado», dijo.
Entre los independentistas conviven diferentes sensibilidades, más moderadas o radicales, y Puigdemont afronta el reto de contentarlas a todas.
Las principales asociaciones separatistas de la región habían convocado una manifestación frente al parlamento para «apoyar y defender la declaración de independencia», y que finalmente será trasladada al exterior de este parque.
Desde Madrid, el gobierno español de Mariano Rajoy promete actuar con firmeza, inclusive si se trata de una declaración retórica o sin efecto inmediato, y sobre la mesa está la suspensión de la autonomía regional o incluso decretar un estado de emergencia.
Rajoy comparecerá el miércoles a las 14H00 GMT en el Congreso de los Diputado.
Pero las presionas nacionales e internacionales, así como la fuga de empresas y la incertidumbre económica, podrían moderar la postura de Puigdemont, que reclama una mediación internacional para solucionar el conflicto.
En juego está el futuro de un territorio estratégico para España, con una superficie similar a la de Bélgica, con un 16% de su población y un 19% de su Producto Interior Bruto. Y desde Madrid, no piensan quedarse de brazos cruzados.
– ¿Tercera declaración de independencia en 86 años? –
Sobre la mesa está la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que prevé la suspensión del autogobierno de Cataluña, restaurado tras la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), o incluso decretar un estado de emergencia en la región.
En los últimos 86 años, el gobierno catalán ha proclamado en dos ocasiones la independencia, sin que llegara a materializarse. El primero en hacerlo fue Francesc Macià en 1931, y el segundo Lluís Companys, en 1934, lo que le costó ir a la cárcel.
Ante este horizonte, las empresas optaron por resguardarse: de las siete compañías catalanas en el selectivo bursátil español, seis trasladaron su sede a otras regiones españolas como los bancos CaixaBank y Banco Sabadell, o la energética Gas Natural.
«Es un reflejo claro del grado máximo de preocupación» del mundo empresarial, advirtió en un comunicado la principal patronal regional, Fomento del Trabajo, pidiendo a los independentistas frenar sus planes que podrían llevar «hacia la insolvencia económica».
José Luis Bonet, presidente de Freixenet, la gran marca de cava -vino espumoso catalán- se mostró convencido de que habrá declaración de independencia pese a que sería «un desastre».
«Si lo hacen será un desastre pero en cualquier caso lo harán», dijo a la radio Cadena Ser, avisando de que su marca seguirá el camino de las principales empresas y se irán de Cataluña.
«Lo que sí es seguro es que va a continuar el éxodo» de empresas, pronosticó.