El acceso a un aborto seguro ha avanzado globalmente en el mundo desde principios de los años 1990, pero también ha dado pasos atrás en ciertos países donde se criminaliza esta práctica.
En 1994, 179 países adoptaron un programa en torno a los derechos reproductivos de las mujeres, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo(ICPD), organizada en El Cairo.
«Veinticinco años han pasado desde la conferencia de El Cairo, y el aborto seguro sigue siendo un objetivo incompleto», lamentó Shilpa Shroff, de la oenegé Campaña internacional para el derecho de las mujeres a un aborto seguro, en una cumbre de ICPD25, organizada en Nairobi de martes a jueves por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
«Numerosos países legalizaron el aborto, yo diría entonces sí», responde esta epidemiologista india a la AFP a la pregunta de si la situación pese a todo mejoró respecto al acceso a un aborto seguro, un cuarto de siglo después.
«Algunos derogaron leyes, de forma regresiva», admite sin embargo. «Pero al menos la gente ha empezado a hablar de ello, en este punto hemos progresado. (Hace 25 años) era tabú».
Según estimaciones de su organización, difíciles de establecer en ciertos países, se han practicado 56 millones de abortos cada año en el mundo entre 2010 y 2014, de los cuales cerca de la mitad (unos 25 millones) no fueron realizados en condiciones seguras.
Estas prácticas, llevadas a cabo por personas no calificadas o con pocos equipos médicos, contribuyen a la mortalidad materna, cuya erradicación es uno de los principales objetivos de la ICPD.
La gran mayoría de estos abortos «no seguros» (97%) tienen lugar en países en vías de desarrollo de África, Asia y América Latina, añade Shilpa Shroff, subrayando que «hacer el aborto ilegal no reduce el número de abortos, solo los hace más peligrosos».
En América Latina, el aborto sólo está totalmente despenalizado en Uruguay, Cuba y Ciudad de México. Y en otros países, como Brasil, el acceso está muy limitado y solo es posible interrumpir el embarazo en caso de violación, riesgo para la madre o grave malformación del feto.
Primavera árabe
Desde 1994, el balance es desigual en Asia, donde solo cinco países, entre ellos China, ha legalizado totalmente la interrupción del embarazo. También la situación es dispar en el Magreb y Oriente Medio, donde, por ejemplo, Irak y Argelia han reforzado los límites a esta práctica, según los expertos.
Actualmente, en Oriente Medio, «80% de las mujeres en edad de procrear viven en un país que ha restringido el acceso al aborto», declaró Hedia Belhadj, presidenta de la asociación tunecina Tawhida Ben Cheikh, que milita por la defensa de la salud de las mujeres. Según ella, la primavera árabe, aunque autorizó una mayor libertad de expresión, también permitió que los «lobbies conservadores» utilizaran las redes sociales contra los derechos de las mujeres.
En África, las leyes en torno a este tema son muy restrictivas en un cuarto de los países. Seis de ellos, como la República Democrática del Congo y Senegal, lo prohibieron totalmente, sean cuales sean las circunstancias, según un informe de la Federación Internacional para la Planificación Familiar (IPPF), publicado en junio de 2018.
«Nuestro mayor desafío es que el aborto está criminalizado. Una mujer puede ser detenida por ello (…) Lo que nosotros buscamos no es la legalización, sino la despenalización», matizó en declaraciones a la AFP Ernest Nyamato, responsable para África del IPAS, una oenegé que promueve el acceso al aborto.
«La barrera más importante es la religión», asegura este médico keniano.
«Otro combate es que incluso en los países donde es legal, como en Sudáfrica, hay obstáculos: el sistema de salud no ofrece este servicio, los profesionales no están formados…», prosigue.