San Salvador, El Salvador
Los salvadoreños Óscar Alberto Martínez y su hija Angie Valeria, quienes murieron ahogados en el río Bravo en su intento por cruzar de México a Estados Unidos, fueron sepultados este lunes en su país, en una ceremonia privada a la que acudieron familiares y allegados con rostros consternados.
Los féretros de Martínez y la niña fueron enterrados en una fosa del área Monseñor Romero del cementerio La Bermeja, en el sur de San Salvador, considerado el camposanto de los pobres.
Bajo el sol, unas 300 personas, muchas vestidas de negro en señal de luto, acompañaron el féretro entonando cánticos y portando ramos de flores para despedir a los migrantes muertos.
La noche del domingo, padre e hija fueron velados por un reducido grupo de familiares y amigos en la funeraria municipal del cementerio. Allí se exhibió una selección de fotos para recordar diferentes momentos de sus vidas.
Los restos de Martínez, de 25 años, y de la niña, de casi dos, fueron trasladados desde México por vía terrestre y llegaron el domingo a la capital salvadoreña.
La esposa del migrante y madre de la niña fallecidos, Tania Ávalos, de 21 años, había llegado a San Salvador el viernes. Ávalos hizo el recorrido migratorio con su esposo e hija pero sobrevivió al no lanzarse a cruzar el fronterizo río Bravo (o Grande) el 23 de junio.
En uno de los momentos impregnados de mayor tristeza frente a los ataúdes con la tapa abierta, Tania, ataviada con un traje blanquinegro, se despidió de Óscar y Angie.
La fotografía de sus cuerpos muertos boca abajo en la orilla del río conmocionó a la comunidad internacional y expuso con crudeza los peligros que impone la migración irregular hacia Estados Unidos, alentada por la pobreza y la inseguridad.
Historia irrepetible
La muerte de Óscar y Angie Valeria «por ninguna circunstancia debe repetirse», reflexionó Wilfredo Medrano, directivo de la ONG de Derechos Humanos Tutela Legal María Julia Hernández.
«El flujo migratorio ha sido provocado por la desesperanza, falta de empleo y la violencia social, por eso el gobierno debe trabajar para que el país no vuelva a conocer historias de muerte», sostuvo Medrano.
Desde inicios de la década de 1980, centenares de salvadoreños han muerto en los más de 3.000 kms de la ruta terrestre en diferentes circunstancias, ya sea en accidentes viales, en el tren conocido como «la Bestia» o en percance de lanchas en el mar.
Una de las primeras tragedias que estremeció a El Salvador en 1980 fue cuando 13 migrantes murieron de sed en el desierto de Arizona, en un frustrado intento por alcanzar el «sueño americano».
En agosto de 2010, 11 salvadoreños fueron parte de una masacre de 72 migrantes a manos de la banda narcotraficante mexicana Los Zetas en San Fernando en el noreste de México, cerca de la frontera con Estados Unidos.
Temor a deportaciones
La migración irregular de salvadoreños y otros centroamericanos podría tener un futuro incierto debido a los últimos acuerdos entre Estados Unidos, México y Guatemala, advirtió el director del Instituto Salvadoreño del Migrante (Insami), César Ríos.
México acordó con Estados Unidos reforzar su vigilancia en su frontera sur, pero Washington presiona para que México y Guatemala acojan directamente a los demandantes de asilo y evitar que las peticiones se hagan en su territorio.
«El hilo conductor nos lleva a que en las próximas semanas vamos a tener un aumento de deportaciones que pueden llegar a ser masivas porque vamos a tener deportados de Guatemala, de México y de Estados Unidos», alertó Ríos.
El director de Insami cuestionó si el país «está preparado» para un escenario de deportaciones a gran escala.