El Tribunal Supremo español rechazó este martes un recurso de los descendientes de Francisco Franco y avaló la exhumación del dictador de su mausoleo aprobada por el gobierno de Pedro Sánchez, que lo celebró como una «gran victoria de la democracia».
Los seis megistrados de la más alta instancia judicial española, encargados de este sensible caso, decidieron «por unanimidad desestimar en su totalidad el recurso» de los familiares de Franco, señaló el tribunal.
El veredicto da luz verde al proyecto del gobierno de trasladar los restos del dictador del mausoleo del Valle de los Caídos, en las afueras de Madrid, al discreto cementerio de El Pardo, también al norte de la ciudad, junto a su esposa.
«Hoy vivimos una gran victoria de la democracia española», celebró en Twitter el jefe del gobierno socialdemócrata Pedro Sánchez (PSOE).
La intención de su ejecutivo, afirmó su número dos Carmen Calvo, es exhumarlo «cuanto antes mejor» y dar cumplimiento a una de sus medidas estrella antes de las elecciones legislativas del 10 de noviembre.
La batalla continúa
Pero esta decisión no pone fin al pulso judicial.
Los mismos magistrados tienen que examinar otros tres recursos presentados por la Fundación Francisco Franco, la comunidad benedictina que gestiona el mausoleo y una asociación de defensa del Valle de los Caídos aunque, según un portavoz del tribunal, su fallo debería ir «en la misma línea».
Además, la familia del dictador tampoco tira la toalla y avanzó la interposición de recursos ante el Tribunal Constitucional y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
«La decisión es recurrir hasta el final», dijo su abogado Felipe Utrera Molina a la televisión pública TVE.
Su intención es reinhumar a Franco en la catedral de la Almudena, en una cripta junto a su hija, opción rechazada por el gobierno para evitar que el céntrico templo madrileño acoja homenajes al dictador.
En otro frente, un juez administrativo madrileño, hijo de un almirante franquista según la prensa, suspendió cautelarmente meses atrás los permisos necesarios para abrir la tumba del dictador, otra barrera que el gobierno debe levantar.
Esta ofensiva judicial retrasó constantemente los planes de Sánchez que, desde su llegada al poder en junio de 2018, hizo de este proyecto una prioridad.
Como todas las cuestiones de memoria histórica, el caso es sumamente delicado en el país, donde la derecha acusa al PSOE de reabrir heridas del pasado y los familiares de las víctimas del franquismo lamentan no haber sido reparadas y recuerdan que decenas de miles de fallecidos siguen desaparecidos.
En una manifestación frente al Supremo, decenas de personas agitaban banderas republicanas y retratos de estos desaparecidos.
Entre ellos Bellido Gutiérrez, de 87 años, hijo de un republicano fusilado en 1939: «Sería una falta de respecto a mi padre si Franco no es exhumado», afirmó.
El valle de los nostálgicos
Ideado por el mismo ‘Caudillo’, el complejo consiste en una basílica horadada en el flanco de una montaña (en la sierra del Guadarrama) y coronada por una cruz de 150 metros de altura.
A los pies del altar, su tumba siempre está cubierta de flores frescas, cerca de la del fundador del partido de inspiración fascista español La Falange, José Antonio Primo de Rivera.
Vencedor de la Guerra Civil (1936-1939) tras sublevarse contra la Segunda República, Franco ordenó en 1941 el inicio de la construcción de este mausoleo cerca de San Lorenzo de El Escorial, a 50 km de Madrid, con la participación forzosa de miles de presos políticos.
En nombre de una pretendida «reconciliación» nacional, se trasladaron allí los restos de 33 mil víctimas del conflicto, tanto sublevados como republicanos sacados de cementerios o fosas comunes sin informar a sus familias.
Días después de su muerte el 20 de noviembre de 1975, el cadáver embalsamado del dictador fue inhumado con todos los honores y la presencia de su sucesor, el rey Juan Carlos.
Todavía hoy es escenario de homenajes al ‘Caudillo’. Este martes, en la misa diaria de la basílica se reunieron algunos nostálgicos del franquismo: «He venido expresamente a despedirme de Franco por si se lo llevan», dijo a la AFP Mariano Zafra, de 56 años.
«Hay que dejarlo aquí (…) Esto es historia y no hay que tocar la historia», afirmó.