El tormento de las vidas truncadas por el alud en Sierra Leona

«Todas estas rocas no estaban allí. Había casas. ¡Murió tanta gente!», afirma Ann-Marie Caulker, la directora de una escuela de Freetown que llora a decenas de alumnos y cuatro profesores dados por desaparecidos en las recientes inundaciones en Sierra Leona.

Una semana después de la catástrofe, la directora, de 48 años, recorre las calles de tierra rojiza del barrio del Pentagon, enclavado en el fondo de un valle de los alrededores de la capital sierraleonesa.

Las casas situadas en las laderas de las colinas, donde crecen algunos mangos y palmeras entre matorrales, fueron construidas con bloques de cemento cubiertos por lonas. También las hay más sólidas, de una o dos plantas.

Caulker señala con el dedo las primeras casas del pueblo de Regent, situadas a lo lejos. De allí partió la avalancha de agua, lodo, troncos de árboles y rocas que el 13 de agosto por la noche arrastró a su paso todo lo que se encontraba por delante, matando a muchos habitantes mientras dormían.

«Hemos perdido a tantos niños. No sé exactamente a cuántos», dice la mujer, que baraja la cifra de cincuenta, «muchos de ellos menores de 12 años».

– ‘Era tan inteligente’ –

Ann-Marie Caulker fundó hace una decena de años la escuela Royal Kings International para acoger a los niños pobres del barrio. Contaba en total con 400 alumnos.

«Esta niña pequeña murió. Esta también. Era tan inteligente», dice suspirando la profesora y directora mientras va pasando en su teléfono las fotos tomadas el Día Africano de la Infancia.

Dos de los 16 profesores figuran entre los muertos y otros dos están desaparecidos. Muchos de los supervivientes del barrio se han quedado sin casa y «duermen en la calle», afirma la directora.

La escuela tenía dos locales. Uno en el fondo del valle, del que no queda nada. Otro a más altura, saqueado desde el lunes.

Los profesores están destrozados. «Estamos desanimados. Educamos a los niños para que tengan un futuro mejor y resulta que se mueren», declara uno de ellos, Felix Mansaray.

– ‘Esperanza’ –

En busca de consuelo, los habitantes acuden al párroco, que tuvo que celebrar el oficio en los locales del colegio. Después de los cánticos, al son de los tambores, llega el momento del recogimiento.

«Vivimos momentos de dolor y pena, porque la iglesia perdió a varios feligreses», declara el pastor Charles O. King.

«El pastor nos dijo que tuviéramos paciencia, que nos amásemos unos a otros, que la esperanza no había desaparecido. Al menos algunos de nosotros siguen vivos. Quiere decir que sigue habiendo esperanza», afirma Ann-Marie Caulker.

Las inundaciones y deslaves del 13 de agosto por la noche mataron a 499 personas, entre ellas 156 niños, según un balance provisional del domingo.

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