El Sevilla puso fin a su dulce momento en la noche menos indicada tras caer ante el Borussia Dortmund (2-3) en la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones, un duelo marcado por la sobresaliente actuación del noruego Erling Haaland, autor de un doblete y arquitecto del primer tanto de los germanos.
El equipo de Julen Lopetegui no perdía desde el pasado 12 de enero y eligió el peor escenario para hacerlo. Arrancó con fuerza, se puso por delante, pero terminó empequeñecido por el vendaval Haaland. Este año no parece que pueda haber gloria europea para un Sevilla que -buscaba igualar su mejor clasificación histórica en la ‘Champions’- y terminó con un chasco.
Seguramente le quedó grande el partido, sobre todo por cómo gestionó la ventaja que otorgó Suso a los siete minutos. Un remate afortunado, con dos rebotes en la zaga amarilla, hizo bueno el amago del gaditano, que convirtió su primer tanto en la máxima competición continental. El guión era inmejorable para los de Nervión, hartos de confianza al comienzo.
Fue entonces cuando el conjunto dirigido por Edin Terzic dio un paso al frente y se adueñó del balón con una presión muy alta. Y cuando no lo hizo encontró la ocasión en el disparo lejano, como el empate de Dahoud tras ser asistido por Haaland. El balón se coló por la mismísima escuadra y apagó los pocos brotes verdes que emanaba ya el Sevilla.
Lo peor llegó después, en un cuarto de hora para el recuerdo de los ‘borussers’. Haaland se echó el equipo a la espalda y firmó el segundo en una gran combinación con Sancho. El internacional noruego resolvió con un toque sutil ante Bono, que minutos antes había impedido al Borussia haberse puesto por delante.
A un minuto del descanso, cuando peor se digiere, una pérdida de Rakitic y Papu Gómez -que le costó el cambio al croata en el descanso- acabó en el 1-3, otra vez en botas de Haaland, su gol número 17 en 13 partidos que ha jugado en la ‘Champions’. Una magnífica contra de Reus la concretó el ariete nórdico con una definición de muchos quilates.
El partido se durmió incluso después del descanso, cuando se esperaba una reacción de los sevillistas. Los visitantes pararon el juego y dominaron casi todas las fases hasta que Lopetegui activó la tecla con los cambios. La presencia de Óscar Rodríguez con el balón parado esperanzó a la parroquia nervionense. De sus botas llegó la mejor ocasión del segundo acto con un zapatazo al poste.
En la siguiente falta, el talaverano decidió centrar y De Jong, con lo justo, logró el 2-3 para dar vida a los suyos. Y aún hubo un tercer tiro libre pero éste se fue a la grada. La derrota no se pudo evitar en el festival de Haaland, pero al menos -ese tanto final- dejó la vela encendida para el choque de vuelta en Dortmund dentro de tres semanas.