El Real Madrid agranda su hegemonía en Europa: llegó la 13

 El Madrid puede ahora presumir de ello. Comandados por Zinedine Zidane desde el banquillo, los blancos siguen ampliando su leyenda en laChampions League después de superar en la final a un Liverpool que pagó muy cara su mala fortuna. Primero con la lesión de Salah y después por los graves errores del portero (3-1). Decimotercer cetro europeo que le reafirma como el equipo hegemónico de la década con su tercera Champions consecutiva y la cuarta en los últimos cinco años. Puro poder dinástico.

Bale se vistió de héroe en Kíev al salir del banquillo y marcar dos goles, uno de ellos con una chilena para la historia

Gareth Bale se vistió de héroe de los blancos al salir del banquillo y marcar dos goles, uno de ellos con una chilena para la historia. En el primer balón que tocó el galés, voló sobre el cielo de Kíev para enganchar un remate acrobático espectacular. Fue el único tanto en el que no se le puede reprochar nada a Karius. El guardameta red quedó retratado con dos cantadas inconcebibles en un escenario de tanta envergadura como es una final de Champions. Las desgracias de Karius sólo agravaron la horrible noticia de la primera mitad, cuando el Liverpool vio cómo perdía al mejor de su equipo. Mohamed Salah, el hombre más en forma de la temporada, tuvo que despedirse entre lágrimas antes de hora de la final. Un contratiempo que condicionó sobremanera al equipo de Klopp a nivel mental, a pesar de vaciarse y dejarse el alma sobre el campo.

Bale sac`ó la cara por el Madrid a la hora buena. ¿Cuál será su futuro ahora?.

Dos históricos llegaban a Kíev con el currículum prácticamente intachable en las finales. El Liverpool había sido el último verdugo del Madrid en 1981, y pese a ser los blancos los grandes favoritos, el devastador ataque inglés permitía a los del Mersey, cuanto menos, soñar con volver a reinar en Europa.

El debate estas últimas semanas en Madrid se había instalado en el ataque. Los buenos últimos partidos de Bale ponían en duda la presencia deBenzema junto a Cristiano. Sin embargo, Zidane apostó por su compatriota, su hombre de confianza que tanto acostumbra a brillar en los grandes partidos aunque sin tantos fuegos artificiales como otros. No erró ‘Zizou’ en la decisión. Benzema estuvo muy participativo, viniendo a recibir atrás para ayudar en la elaboración del juego y generando peligro arriba, algo que le valió el premio del gol. Luego, acertó el técnico con la decisión de darle entrada al extremo galés en el momento adecuado. Piensen lo que piensen algunos, Zidane nunca falla.

Klopp dejó las sorpresas para otro día. Sacó su once más reconocible, con los tres tenores arriba que se han pasado el año destrozando defensas por media Europa. Más allá del dibujo y las figuras, el Liverpool tenía claro que si quería tener alguna opción no le valía con especular. Ya sufrió suficiente en el Olímpico con una versión demasiado contemplativa. Por ello, dejó su seña de identidad, presionando arriba y buscando salir rápido a la contra cuando tuviera la oportunidad de robar el balón. Todo con cordura y sentido, hasta que Salah encendió las alarmas.

La lesión de Salah a la media hora cambió el guión del partido por parte del Liverpool, tocado anímicamente al perder a su mejor hombre

El Madrid tampoco se volvió loco de inicio. De hecho, los primeros minutos estuvo mucho más incómodo que su rival. Especialmente desacertado en las entregas -es raro ver a Kroos fallar pases asequibles-, le costaba coser las jugadas. Aun así, ello no le afectó en exceso. Al campeón europeo le basta con dejar que los acontecimientos marquen su hoja de ruta, y así sucedió una vez más.

Antes de que llegara el momento que cambiaría la final, la presencia red en el área merengue se tradujo en una doble ocasión de peligro, la más clara de la primera mitad. Firmino, primero, con un remate desviado por Ramos, y luego Alexander-Arnold, con un disparo seco que atajó muy bien Keylor Navas.

Los de Klopp transmitían confianza en cada una de sus acciones. Fue entonces cuando la desgracia se ensañó con ellos. Un forcejeo de Sergio Ramos con Salah se acabó convirtiendo en una llave de judo del capitán blanco. El egipcio tuvo la mala suerte de caer mal con el hombro, y pese a probarse unos minutos, tuvo que ser sustituido entre lágrimas. El hombre más influyente de su equipo esta temporada, seguramente el más en forma de los 22 que estaban en el césped, decía adiós a la media hora de juego. Un contratiempo que irremediablemente afectó anímicamente al Liverpool.

Pero el accidentado primer tiempo no había llegado a su fin. Carvajal también tuvo que irse al vestuario por unos problemas físicos.

Karius fue la triste figura del encuentro al regalar un gol a Benzema y tragarse el segundo de Bale

El portero del Liverpool fue un triste protagonista.

Lo mejor para el Liverpool fue llegar al descanso con el 0-0 en el marcador. Desde la lesión del egipto el conjunto blanco dominó a destajo, aunque sin poder materializar sus ocasiones. Un gol anulado de Benzema por fuera de juego tras un remate de Cristiano fue la más clara. La charla de Klopp en el descanso no sirvió para cambiar el guión tras la reanudación. La experiencia en este tipo de escenarios se transforma en madurez y saber estar ante un rival que pagó la novatada. Si al Madrid encima le sonríe la suerte, se convierte en un equipo imbatible. Tras el despido de Salah, apareció de nuevo la fortuna, esta vez en forma de regalo.

Un error incomprensible de Karius permitió al Madrid sumar el primero de la noche. Benzema estiró el pie cuando vio al guardameta alemán que iba a sacar y, para sorpresa de todos los millones de personas pendientes de la final en el planeta Tierra, no vio la intención de cortar el balón del delantero francés. El balón terminó con suspende al fondo de la red.

Era obvio que un error de esa magnitud desconcierta a cualquier equipo. No al Liverpool en ese momento, un equipo con una mística especial que no se rindió. Pocos minutos después de encajar el gol, respondió Mané al lanzarse como una pantera para desviar el cabezazo de su compañero Lovren y sorprender a Navas.

La reacción del Liverpool había sido de nota. Pero cuando el partido empezaba a equipararse de nuevo, apareció Gareth Bale para provocar una tormenta perfecta. La chilena en el primer balón que tocó es de esas inolvidables, a la altura de la volea de Zidane en Glasgow o del cabezazo de Ramos en Lisboa. Ese tanto descargó la energía que mantenía en vida al Liverpool. Una batería que se apagó por completo con el segundo del reivindicativo Bale que se tragó el calamitoso Karius.

El Ajax de Cruyff y el Bayern de Beckenbauer, dominadores de los setenta con tres Copas de Europa cada uno, cuentan desde ahora con otro compañero de viaje. Nadie había sido capaz de ganar dos Champions seguidas. El Madrid ya encadena tres y se toma el desafío de igualar a sus ancestros de los cincuenta, que sumaron cinco. El blanco y el negro son ahora una paleta de colores muy intensos.

Durante mucho tiempo el Real Madrid tuvo que oír el mantra de que sus histórico dominio continental era principalmente en blanco y negro. Las Copas de Europa de los años cincuenta quedaban para muchos obsoletas, olvidadas, en el fútbol moderno. De poco servía en pleno siglo XXI ese dominio inicial en la competición más emocionante y especial que existe. Al club blanco le faltaban títulos repletos de color para volver a sacar pecho en el fútbol mundial, y en los últimos años han revertido definitivamente esta situación.

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