El RB Leipzig, del fútbol regional a las semifinales de ‘Champions’ en 10 años

por Christophe BEAUDUFE

Una aventura sin igual. El RB Leipzig, fundado en 2009, ha pasado en un decenio de la 5ª división alemana a las semifinales de la Liga de Campeones, gracias a la empresa Red Bull y a su millonario propietario, el austríaco Dietrich Mateschitz.

Ascenso vertiginoso

En 2009, Red Bull, la marca austríaca de bebidas energéticas, busca meter un pie en el fútbol, luego de sus éxitos en los deportes extremos y en la Fórmula 1. En lugar de comprar un gran club, Mateschitz decide hacerse con la licencia de un equipo de 5ª división y darle un presupuesto para progresar: nace el RB Leipzig.

En el fútbol del este de Alemania, donde faltan patrocinadores, la mecha prende. En siete años, el RB escala del fútbol regional al nacional, se vuelve profesional, pasa dos años en 2ª división y alcanza la élite en 2016. Sus principios: apoyarse en su buen centro de formación y no contratar jugador mayores de 25 años. Entre ellos hay un tal Timo Werner, de 20 años, llegado de Stuttgart. En unos meses se convertirá en una estrella.

Desafío al Bayern

La ambición es clara: asentarse en unos años en la cima del fútbol germano, donde el Bayern de Múnich y el Borussia Dortmund imponen su ley.

El recién llegado no es bienvenido. Los dirigentes de varios clubes alemanes acusan a Red Bull de haber creado por completo un producto de marketing sin alma, solo para promocionar su marca.

Pero el RB, con su equipo de casi desconocidos, revoluciona la vieja Bundesliga. Para estupor general, el recién ascendido se hace con el liderato de la clasificación en noviembre, después de 11 jornadas. Y lo conserva durante tres semanas. Al final el Leipzig termina subcampeón por detrás del Bayern y se clasifica para la Liga de Campeones en su primera campaña en la élite. Werner termina el curso con 21 goles.

«Además del Dortmund ahora tenemos un segundo enemigo», declara Uli Hoeness, presidente del Bayern en aquel momento.

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El odio de los ultras

El debut en la Bundesliga se vive peor fuera del terreno de juego. Los ultras «tradicionalistas» de los grandes clubes no aceptan la intrusión de Red Bull.

Varios incidentes en las gradas, como el despliegue de pancartas amenazadoras contra los ‘Toros Rojos’, ensucian la temporada.

En noviembre, aficionados del Dortmund agreden físicamente a seguidores del Leipzig luego de un partido, dejando diez heridos.

Afianzado en la cumbre

La primera participación en ‘Champions’ termina en la fase de grupos y el equipo no digiere bien el ritmo de dos partidos por semana, finalizando 6º en la Bundesliga.

Pero en las dos siguientes temporadas (2018-2020) el recién llegado se acomoda en la cima, con dos terceros puestos, siempre detrás del Bayern y del Dortmund. En 2019, la joven plantilla alcanza incluso una final de la Copa de Alemania, aunque caen por 3-0 contra los muniqueses.

«El Bayern va seguir siendo la referencia en Alemania, pero vamos a intentar reducir la distancia con ellos y con el Dortmund en los próximos años», prometió el por entonces director deportivo del RB, Ralf Rangnick. 

«No me gusta especialmente su modelo económico», masculla el presidente ejecutivo del Borussia Dortmund, Hans-Joachim Watzke, «pero deportivamente hacen las cosas realmente bien». El RB, reconoce, se ha convertido en «la tercera fuerza del fútbol en Alemania (…) y no tendremos que fiarnos en los próximos años».

Nagelsmann para Europa

Los dirigentes habían programado la próxima gran etapa de desarrollo para esta temporada 2019-2020: el fichaje del joven, brillante y sobre todo ambicioso entrenador Julian Nagelsmann, de 33 años, debería subir el nivel del club.

«En materia de salarios y traspasos, el Leipzig no puede luchar contra el Bayern, están en otro planeta», declaró Nagelsmann a su llegada, «pero con un equipo hambriento podemos disputarles los títulos».

Luego del tercer puesto en la Bundesliga, la clasificación a semifinales de ‘Champions’, donde se medirá al París Saint-Germain, fue el último aviso de que esta aventura va en serio.

En caso de concretarse, un puesto en la final -¿contra el Bayern?- superaría sin duda los sueños más locos de Mateschitz.

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