El príncipe Enrique, nieto de Isabel II, apareció sonriente y relajado el jueves en el Palacio de Buckingham en su primer acto público desde que él y su esposa Meghan sacudieron a la monarquía al renunciar a sus funciones como miembros de la familia real.
Vestido con traje azul oscuro y corbata gris, el duque de Sussex, de 35 años, presidió el sorteo de la Copa del Mundo de Rugby a 13 de 2021, celebrado en el palacio real, en cuyos jardines conversó primero con un grupo de escolares invitados a jugar a ese deporte.
«Cuidado con el césped, sino tendré problemas», les dijo bromeando.
«El Duque se mostró muy interesado (…) se ha comprometido con el deporte y con este evento y esperamos verlo en el futuro», afirmó Jon Dutton, director ejecutivo de la Copa del Mundo de Rugby a 13.
«Me pareció muy honesto y realmente conmovido por las historias que escuchó» de representantes de los 21 países participantes, dijo al canal Sky News.
Enrique también bromeó durante el sorteo, en que su participación estaba prevista desde hace tiempo, pero no dijo ni palabra sobre la crisis real desatada por su decisión.
En una reunión familiar el lunes en la residencia real de Sandringham, en el este de Inglaterra, la reina Isabel, de 93 años, acordó con su hijo Carlos -heredero al trono- y los dos hijos de este -Guillermo y Enrique- un «periodo de transición» para que el menor pueda pasar tiempo con su esposa en Canadá, abandonando su papel de primer plano en la realeza.
Meghan, una exactriz estadounidense de 38 años que dejó su carrera cuando se casó con él en 2018, viajó la semana pasada a ese país, que conoce bien por haber vivido ahí cuando trabajaba en la serie de televisión «Suits», y donde la pareja y su bebé Archie pasaron las últimas vacaciones de Navidad.
Tras mostrar desde hace tiempo una creciente incomodidad con la presión mediática, Enrique y Meghan anunciaron repentinamente el 8 de enero que querían abandonar su papel de miembros de primer rango de la familia real, modificar su relación con la prensa, dividir su tiempo entre el Reino Unido y Norteamérica y ser financieramente independientes.
Meghan, «sencilla y adorable»
La forma en que hicieron el anuncio, sin prevenir a la reina ni al príncipe Carlos, y el hecho de que no renuncien a títulos nobiliarios ni privilegios como su residencia o su servicio de seguridad estatal desató polémica en el Reino Unido.
También provocó un debate sobre si la decisión estuvo influida por un trato racista de la prensa sensacionalista británica a Meghan, que es mestiza.
La duquesa de Sussex reapareció en público el martes en la ciudad canadiense de Vancouver, donde visitó el Downtown Eastside Women’s Centre, una institución que ayuda a mujeres y niños en dificultades.
«Miren con quién tomamos el té hoy», escribió el centro en su cuenta Facebook junto a una fotografía de sus miembros rodeando a Meghan en un ambiente casual.
«Fue sencilla y adorable», dijo la directora de la institución, Kate Gibson, a la cadena pública CBC.
Markle pasó poco más de una hora en el centro, que sirve también de refugio nocturno y ayuda a unas 500 mujeres al día, según su página web.
La visita se organizó rápidamente, precisó, tras recibir el lunes un correo electrónico «un poco misterioso» de un asistente de Meghan, que quería saber si la duquesa podía visitar el lugar.
«Simplemente quería conocer la asociación», agregó Gibson.
Se supo después que visitó también otra asociación, Justice for Girls (justicia para las niñas), que el miércoles tuiteó unas fotos. Meghan «habló de justicia climática para las niñas y de los derechos de los pueblos indígenas», afirmó el centro, que ayuda a adolescentes que viven en la pobreza.
En un momento en que la joven pareja busca escapar a la presión mediática en el Reino Unido, esta se vio atizada el miércoles por la información de que el controvertido padre de la exactriz, Thomas Markle, un ex director de iluminación de Hollywood de 75 años y ahora jubilado en México, podría testificar contra ella en un juicio contra un diario británico al que Meghan acusó de haber violado su privacidad.