El papa Francisco reanudará las audiencias públicas de los miércoles el 2 de septiembre en el patio de San Dámaso y no en la plaza de San Pedro como fue la tradición hasta la pandemia, indicó este miércoles la Santa Sede.
A la audiencia de la próxima semana podrán asistir fieles por primera vez desde el inicio de la pandemia en marzo pasado.
Según informó un portavoz del Vaticano a la AFP, en el patio de San Dámaso se instalarán 500 sillas. El acceso al patio será posible dos horas antes y no será necesario reservar.
El patio, proyectado por el arquitecto del Renacimiento Donado Bramante es el sitio de acceso de los jefes de Estado para las audiencias con el pontífice.
Confinamiento por pandemia
La última audiencia pública del papa se remonta al 26 de febrero, a la que asistieron unas 12,000 personas, muchas de ellas con mascarillas.
Las audiencias fueron suspendidas después de que Italia decretó a inicios de marzo estrictas medidas de confinamiento para evitar la propagación del virus en toda la península.
La iglesia de ajustó a esas medidas y muchos sacerdotes celebraron sus oficios por televisión, radio o redes sociales.
Francisco, que ama el contacto directo con las personas, hasta ese momento solía estrechar decenas de manos y besar a los niños que asistían en la primera fila a las audiencias.
El otro virus: la desigualdad
El papa argentino, de 83 años, ha permanecido casi siempre durante estos meses en el Vaticano y celebró los ángelus dominicales por video difundido por Internet.
Este miércoles, desde la biblioteca del palacio apostólico, el papa insistió en que «la pandemia ha puesto de relieve y agravado problemas sociales, sobre todo la desigualdad».
El pontífice es sumamente sensible a los problemas sociales y está muy preocupado por las crecientes desigualdades que azotan al mundo por la pandemia.
«Algunos pueden trabajar desde casa, mientras que para muchos otros esto es imposible. Ciertos niños, a pesar de las dificultades, pueden seguir recibiendo una educación escolar, mientras que para muchísimos otros esta se ha interrumpido bruscamente», lamentó.
Para el papa la economía «está enferma» y su mayor síntoma es la «desigualdad», debido a «la obsesión por poseer y dominar, lo que excluye a millones de personas de los bienes primarios», denunció.
Citando el catecismo, el papa recordó que «la tierra ha sido dada por Dios a toda la humanidad» y que por tanto «es nuestro deber hacer que sus frutos lleguen a todos, no solo a algunos», dijo.