El papa Francisco culminó el viernes su visita en Mozambique con un encuentro privado con los «marginados» por el sida, una epidemia en el país, antes de ser recibido en un abarrotado estadio donde lanzó un último llamado a «la paz» y castigó el espíritu de venganza.
La llegada de Francisco a bordo del papamovil a un estadio de un suburbio pobre de Maputo fue recibida por la lluvia y entre clamores de alegría y bailes. Según los organizadores, asistieron 60.000 fieles.
Mozambique, de mayoría cristiana con un 28% de católicos, es uno de los países más pobres del planeta. Pese a sus escasos recursos, llegaron habitantes desde todos los confines del país.
«No se puede pensar el futuro, construir una nación, una sociedad sustentada en la ‘equidad’ de la violencia», lanzó Francisco a los fieles en esta misa gigante.
Rechazando «la venganza y el odio», denunció la planificación de «ocasiones de desquite bajo formatos aparentemente legales».
«Vosotros tenéis derecho a la paz», dijo, en portugués, a todos los que vivieron «historias de violencia, de odio».
El gobierno y la exrebelión, convertida en principal partido de oposición de Mozambique, firmaron el mes pasado un acuerdo para poner punto final a un conflicto de más de cuarenta años.
Poco después de su independencia en 1975, la excolonia portuguesa se sumergió en una sangrienta guerra civil, hasta la firma de un tratado de paz en 1992.
El papa argentino, ferviente detractor de la corrupción, aconsejó a los mozambiqueños desconfiar de todos los que quieren aprovecharse de las riquezas naturales de un país con una «enorme cantidad de su población bajo la línea de la pobreza».
Nuestras vidas van a cambiar
«Es triste cuando esto se constata entre hermanos de la misma tierra», añadió en su homilía.
Entre la multitud, Delfina Moiana, una contable jubilada de 62 años, estimó que la visita del papa iba a contribuir a «la reconciliación». «Realmente pienso que nuestras vidas van a cambiar», dijo.
Noshihle Vilaki, estudiante de 24 años que viajó especialmente desde Sudáfrica, no comprende el portugués, pero no se arrepiente: «Me siento bendecido por haber asistido a toda la ceremonia».
El papa visitó el viernes por la mañana un centro de cuidados para enfermos de sida en esta misma periferia pobre de Maputo, donde homenajeó a los trabajadores del centro y saludó a los enfermos.
Francisco alabó «la compasión» de los trabajadores sanitarios que escuchan «ese grito silencioso, apenas audible, de infinidad de mujeres, de tantos que vivían con vergüenza, marginados, juzgados por todos» pero a quienes devolvieron «la dignidad».
El soberano pontífice argentino evitó abordar el tema de la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, que sigue constituyendo un terreno minado para la Iglesia católica y que se hace especialmente patente durante las visitas papales a África.
En cambio, según Onusida, en 2018, entre los 27 millones de habitantes de Mozambique había 2,2 millones de seropositivos –un 60% de ellos mujeres–. Y 150.000 de estas personas eran nuevos infectados.
El año pasado, 54.000 mozambiqueños murieron como consecuencia del sida. Onusida señaló además que apenas 30% de los infectados de entre 15 y 24 años conocen los métodos para evitar la transmisión del VIH.
Desconcierto sobre el preservativo
En Maputo, la prevalencia del virus es del 23% entre la población adulta.
La Iglesia católica sigue oponiéndose a todo método de anticoncepción, en tanto el papa argentino considera que «las relaciones sexuales deben estar abiertas a la vida».
A finales de noviembre de 2016, Francisco pidió tener «un comportamiento responsable» para luchar contra la propagación del sida, aunque no precisó si eso incluía el uso de preservativos.
Un año antes, el sumo pontífice había reconocido, en el avión en que regresaba a Roma tras una gira por África subsahariana, el «desconcierto» de la Iglesia respecto a la cuestión del uso del preservativo para luchar contra el sida.
Consideró que ese es «uno de los métodos», pero que África tiene «heridas más grandes», como la falta de agua y de alimentos.
Su antecesor, Benedicto XVI, durante su primer viaje a África en 2009, provocó una tormenta mundial con sus declaraciones contra el uso del preservativo.
«No podemos solucionar el problema del sida con la distribución de preservativos. Al contrario, [su] uso agrava el problema», aseguró.
Pero en 2010, el papa alemán admitió el uso del preservativo «en algunos casos», «cuando la intención es reducir el riesgo de contagio», y citaba únicamente el ejemplo de una prostituta. Declaraciones rectificativas que fueron celebradas por el secretario general de la ONU.
Tras menos de 48 horas en Mozambique, el papa salió a mediodía hacia la isla de Madagascar, segunda etapa de su viaje.