El Papa ha hecho un llamamiento para abrir corredores humanitarios en la planta siderúrgica situada en el puerto ucraniano de Mariúpol, ciudad asediada por las tropas rusas desde hace más de 50 días, al tiempo que se ha preguntado si de verdad existe la voluntad política de negociar una salida a la guerra en Ucrania.
Francisco se ha referido, durante el Regina Coeli, a Mariupol «ciudad de María, bombardeada y destruida de forma bárbara». «Pido una vez más que se abran corredores humanitarios para quienes quieran abandonar esta ciudad masacrada», ha instado.
Sus palabras llegan después de que al menos 20 civiles pudieran ser evacuados del último reducto de resistencia en la ciudad controlada por Rusia. Actualmente las condiciones de vida en la red de túneles bajo la planta de acero, donde se cree que permanecen cientos de civiles junto a combatientes ucranianos, son muy precarias.
«Sufro y lloro pensando en los sufrimientos de la población ucraniana, en particular a los más débiles, los ancianos y niños», ha confesado Francisco que ha denunciado la «deportación» que han sufrido ucranianos hasta el territorio ruso en contra de su voluntad.
Las autoridades ucranianas han denunciado en las últimas semanas la deportación de civiles, incluidos niños, a territorio ruso para encerrarlos en campos de concentración. Rusia, por su parte, cifra en un millón los ucranianos que han terminado en su territorio, pero niega que lo hagan obligados.
De este modo, durante su alocución, el Pontífice se ha cuestionado si «se está realmente buscando la paz». «¿Existe realmente la voluntad de que las armas se silencien?», se ha preguntado el Papa.
No obstante, ha reiterado su apoyo a la vía diplomática para alcanzar una salida pacífica al conflicto: «No nos rindamos ante la violencia, que nos encaminemos hacia la paz y el diálogo».
Este domingo se celebra el Día del Trabajo y el Papa ha pedido que «sea estímulo para renovar el compromiso para que el trabajo sea digno en todos lados y para todos, y que desde el mundo del trabajo haya voluntad de hacer crecer una economía de paz». Del mismo modo, ha recordado a los «obreros muertos en el trabajo, una tragedia muy difundida, quizás demasiado».