Edificaciones milenarias sumergidas en lo más profundo de la selva petenera y cuna de una de las civilizaciones más grandes que ha existido. Hermosos atardeceres y el caer de la noche sobre la copa de los árboles. Eso y más representa el centro arqueológico al que solo se llega después de dos días de camino.
Pavel Arellano / parellano@cronica.com.gt
Visitar el centro arqueológico El Mirador, en las profundidades de la selva más grande e importante del país, es una experiencia llena de magia, que difícilmente se olvida.
Para llegar a esta antigua ciudad maya se debe caminar alrededor de 28 kilómetros de ida y vuelta durante dos días y en medio de la abundante flora del entorno. La topografía del sendero es plana y es recomendable llevar calzado cómodo, abundante agua, repelentes, bloqueadores y ropa fresca.
La aventura comienza en la comunidad de Carmelita, en donde sus habitantes se han organizado en una cooperativa para prestar los servicios de guía y asistente turístico, alquilar bestias de carga y comida.
Como el trayecto es largo y se hace en dos tiempos, existen dos campamentos donde se pueden instalar carpas para una persona. El primero se encuentra en el centro arqueológico El Tintal, a donde se llega el primer día de viaje, y el otro se encuentra en El Mirador.
Es muy común y normal, en esos lugares, escuchar por las noches y madrugadas los rugidos de los monos aulladores.
Y es que la Reserva de la Biosfera Maya (RBM) es un importante refugio de la biodiversidad nacional, que abarca el 19 por ciento del territorio de Guatemala y un 75 por ciento de las selvas del país.
En este mundo verde y profundo se encuentran 792 especies de vertebrados, 513 tipos de aves, 2800 variedades de plantas y 300 clases de árboles.
Una reserva de biosfera, como la que nosotros poseemos, combina la protección y conservación de los recursos naturales y culturales sumando a eso la convivencia con las personas que viven en las áreas de influencia y áreas de concesiones forestales que tienen el 99.6 por ciento de cobertura forestal, afirma Teresa Chinchilla, de la Asociación de Concesiones Forestales.
Milenaria ciudad
Al final de esta travesía, aparece en la espesura de la selva una de las edificaciones más importantes, el sitio arqueológico El Mirador. La ciudad fue fundada en el periodo preclásico medio, aproximadamente 600 años a. C.
Este complejo cuenta con varios elementos, entre los cuales se destacan las edificaciones de conmemoración astronómica, calzadas, sistemas hidráulicos, esculturas y mascarones.
En esta milenaria metrópoli también sobresale la pirámide El Tigre, un claro ejemplo de la calidad de los mayas al crear estructuras resistentes que han vencido la barrera del tiempo. Con 18 plantas y con una medición de 60 metros de altura, es una de las más imponentes que tiene El Mirador.
Parte de la maravilla de recorrer el complejo turístico e histórico es sin duda subir por los grandes templos que hasta el día de hoy se mantienen fuertes y estables, tal es el caso del templo La Danta, la edificación más grande construida en al área maya y la más grande del mundo, con basamentos de 300 metros de largo y 280 metros de ancho, alcanzando una altura de 77 metros.
La vistas que se pueden contemplar al llegar a la cima de las edificaciones son indescriptibles. Desde la cúspide se puede visualizar lo grande de la Reserva, el vasto campo verde que se pierde en el horizonte y que da la impresión de que se junta con el cielo.
Todo ello acompañado por los múltiples sonidos de varios animales jugueteando en los árboles, pero lo mejor, sin duda, son los atardeceres que se vislumbraban por toda el área.
Antes de llegar a este centro arqueológico se encuentra otro: El Tintal, esta ciudad cuenta con más de 850 edificios, entre los que se incluyen grupos de patrón tríadico, un juego de pelota, palacios y demás estructuras.
Sus habitantes conocieron las elevaciones naturales de los terrenos y adaptaron el paisaje según sus necesidades, como la creación de plataformas, nivelación de las colinas y drenaje de arroyos.
Patrimonio cultural
Alison Batres, subdirectora general del Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat), comentó sobre la importancia de proteger los centros arqueológicos que son patrimonio nacional.
Estamos a tiempo, como instituciones gubernamentales, de hacer un plan integral, un plan que incluya un turismo sostenible que vaya de la mano con un desarrollo que beneficie a las comunidades y que respete el área de la naturaleza y la riqueza que tenemos como país, indicó Batres.
Mientras que Jorge Mario Chajón, director del Inguat, destaca que lo más importante que debemos hacer con nuestras reliquias culturales y naturales es ponerles el valor que se merecen, implementando servicios generales y otorgar una mayor accesibilidad a los visitantes.
Y es que existen tres condicionantes a tomar en cuenta para el desarrollo de las áreas de conservación, reservas y fomento del turismo: El primero es el respeto a la legislación ambiental, en materia de diversidad ecológica; el segundo, venerar el proceso concesionario y el último, y el más importante, es la repartición justa de los beneficios.