Karachi, Pakistán
Bilal Mansoor Khawaja sonríe mientras acaricia un león blanco, uno de los miles de animales exóticos de su zoológico personal en la ciudad pakistaní de Karachi, donde prospera el comercio de especies salvajes.
«Son… (algunos) de los animales más raros que poseo», se enorgullece este empresario de 29 años.
Importar animales exóticos es fácil en Pakistán debido a las lagunas legislativas y de reglamentación interna.
Durante los últimos años, cientos de animales silvestres fueron transportados a Pakistán o criados en este país, donde los felinos simbolizan riqueza y poder.
En las redes sociales abundan los vídeos de leones a bordo de todoterrenos de lujo de personas ricas.
Bilal Mansoor Khawaja estima que solo en Karachi hay 300 leones. En esta ciudad sureña, de 20 millones de habitantes, los felinos viven en jardines, en jaulas sobre los tejados o en granjas.
El empresario admite poseer más de 4.000 animales de 800 especies, como cebras, flamencos rosados y caballos. Parte de ellos viven en una propiedad de casi cuatro hectáreas. Los tigres y leones son «las joyas de la corona». Según él no es un tema prestigio o estatus.
Más de 30 personas trabajan en turnos y cuatro cuidadores se ocupan de los animales, explica Bilal Mansoor Khawaja, a quien le cuesta una fortuna pero se niega a revelar cuánto.
Ni el coste ni las heridas sufridas (leves, eso sí) le hicieron cambiar de parecer. «Con cada herida, mi amor por estos animales (…) crece», cuenta con una sonrisa.
En 48 horas
El importador de animales exóticos Aleem Paracha presume de poder entregar un león blanco en 48 horas por un precio de 1,4 millones de rupias (unos 7.800 euros, 8.800 dólares).
Incluye -dice- certificados de los países de origen y permisos de las autoridades, conforme a un tratado internacional de protección de las especies amenazadas.
También se puede comprar un león a criaderos, añade.
Las especies autóctonas gozan de relativa protección en Pakistán.
Los animales importados corren peor suerte. «La ley guarda silencio» sobre la cría de fieras, lamenta Javed Mahar, jefe del departamento de fauna de la provincia de Sind, cuya capital es Karachi.
«Hay muchos criadores privados y son muy turbios», lamenta Uzma Khan, consejera técnica de la oenegé Fondo Mundial para la Naturaleza.
Carencia de calcio
Algunos propietarios tienen medios para proporcionar una alimentación sana a los animales pero otros se quedan cortos
Isma Gheewala, veterinaria de Karachi, afirma haber tratado a entre 100 y 150 felinos de gran tamaño en su clínica durante los últimos años por carencia de calcio.
«Sus huesos se vuelven extremadamente frágiles», explica. «Y con saltar desde 30 centímetros de altura ya se lastiman».
El propietario y el vendedor de animales contactados por la AFP rehúsan que el hecho de sacar a estas especies de su hábitat natural y criarlas en Pakistán pueda perjudicarlas.
«Muchos animales se han extinguido o se hallan a punto de estarlo», argumenta Bilal Mansoor Khawaja. «No quiero que las futuras generaciones no los vean».
Un argumento que saca de sus casillas a Uzma Khan, de WWF. «Un animal en cautiverio es muy distinto a lo que es en la naturaleza», dice. ¿Para qué tener un animal que no caza, que está en una jaula sin mostrar su comportamiento natural?»