El imaginario de la capital sitiada

RENZO ROSAL


Los alcances limitados producto de la obcecación por solo mirar los eventos y no las tendencias en su conjunto, nos pasan facturas con frecuencia. Para muchos, los bloqueos de CODECA eran una realidad, el país amanecería el miércoles 26 en incendios al por ma­yor. Días antes, diversos sectores pre­sentaron acciones judiciales y llamados para evitar que el Comité de Desarrollo Campesino llevara a cabo bloqueos que afectaran ciertas libertades, considera­das como las únicas. Sorpresa, pero eso no sucedió. Probablemente como con­secuencia de diversos factores, pero la organización cambió de planes y desa­rrolló sus movilizaciones sin las afecta­ciones esperadas. Lo rural y campesino le tomó el pelo a los urbanos, supuesta­mente informados e imbuidos en el te­mor que paraliza.

Las movilizaciones del miércoles pa­sado pueden leerse como una de las presentaciones en sociedad de la orga­nización campesina en su pretendido salto a convertirse en opción partidaria. Esa es buena noticia, para un sistema que requiere de otros competidores. Lo mejor para enfrentar posiciones diver­gentes e incluso consideradas por algu­nos como criminales (porque se roban la energía eléctrica) es participar en una de las formas políticas por excelen­cia, el sistema de partidos. Además, siendo una organización con importan­te base territorial, se esperaría que tu­viera algunas opciones de ocupar can­didatos de elección popular en algunos de los distritos electorales más impor­tantes. Aprovechar lo que será un pro­ceso electoral semi-abierto a la compe­tencia, menos costoso que los anterio­res, con nuevas reglas legales y donde los partidos de siempre están venidos a menos, serán sus retos más importan­tes.

Una regla básica en la acción política es no minimizar a nadie, eso que lo di­ga J. Morales, quien hace dos años no soñaba con ocupar temporalmente la Casa Presidencial. CODECA tiene pre­sencia en doce departamentos (eso cal­culo); han realizado de tiempo atrás tra­bajo de base y formación política. Cons­tituyen una piedra en el zapato por va­rias razones: han dado muestras de poner en jaque a la capital haciendo crear supuestos equivocados; además decidieron casi de origen en tener dos temas anclas: las demandas campesi­nas y la nacionalización de la energía eléctrica; dos asuntos estratégicos. El primero, proveniente de las demandas históricas y el segundo, nuevo, pero en el eje de los temas vitales. Ambos con­cretos que pesan en la agenda econó­mica tangible, y por ello generan capi­tal social y político. Sus acciones y es­trategias promoviendo en diversas re­giones que las comunidades se desconecten del sistema nacional de distribución de electricidad son ilega­les, de eso no hay duda. Convencen e incluso presionan para que ello suceda como única opción; juegan a extorsio­nistas locales, por lo que seguramente se han granjeado no pocos recursos económicos, por lo que posiblemente no necesiten de donantes para compe­tir electoralmente. De todo esto deriva­rán otros factores que resulten cuestio­nables, desproporcionados y no confia­bles como opción política. Lo que no se puede negar es que ocupan un tema de agenda que pega a varias bandas: es te­ma estratégico, plantean un tema real (por ejemplo, elevados e injustificados cobros por alumbrado público, incluso mayores a las tarifas por consumo do­miciliar; las trabas legales (limitantes que plantea la ley general de electrici­dad, por ejemplo) impiden que las co­munidades cercanas a los proyectos hi­droeléctricos sean beneficiadas con ser­vicio de energía (algo inverosímil); au­sencia de mecanismos de diálogo concreto para resolver esas y otras de­mandas.

El caso analizado es un ejemplo que confirma que las opciones no surgen de la nada; se promueven cuando hay un terreno perfecto donde solo hace falta quien capitalice lo que resulta obvio y ampliamente demandado. Está visto que así como en el terreno político se quieren impulsar cambios, actualmen­te sin total claridad; en el seno de la so­ciedad civil sucede lo mismo. Las tradi­cionales plataformas están alicaídas; han caído en la trampa de las reaccio­nes extemporáneas y eventuales, a lu­chas dispersas o a esperar lo que en realidad pasó por encima sin que se dieran cuenta. Cuando esas opciones de antes han perdido musculatura, es­pacio público y de propuesta, aparecen los astutos que leen de mejor forma la realidad, son más arriesgados, tienen algo que decir en cuanto a una agenda de pendientes que demanda acciones concretas (más que discursos inocuos). Simple, el espacio que se deja, otros lo asumen.

 

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