Los alcances limitados producto de la obcecación por solo mirar los eventos y no las tendencias en su conjunto, nos pasan facturas con frecuencia. Para muchos, los bloqueos de CODECA eran una realidad, el país amanecería el miércoles 26 en incendios al por mayor. Días antes, diversos sectores presentaron acciones judiciales y llamados para evitar que el Comité de Desarrollo Campesino llevara a cabo bloqueos que afectaran ciertas libertades, consideradas como las únicas. Sorpresa, pero eso no sucedió. Probablemente como consecuencia de diversos factores, pero la organización cambió de planes y desarrolló sus movilizaciones sin las afectaciones esperadas. Lo rural y campesino le tomó el pelo a los urbanos, supuestamente informados e imbuidos en el temor que paraliza.
Las movilizaciones del miércoles pasado pueden leerse como una de las presentaciones en sociedad de la organización campesina en su pretendido salto a convertirse en opción partidaria. Esa es buena noticia, para un sistema que requiere de otros competidores. Lo mejor para enfrentar posiciones divergentes e incluso consideradas por algunos como criminales (porque se roban la energía eléctrica) es participar en una de las formas políticas por excelencia, el sistema de partidos. Además, siendo una organización con importante base territorial, se esperaría que tuviera algunas opciones de ocupar candidatos de elección popular en algunos de los distritos electorales más importantes. Aprovechar lo que será un proceso electoral semi-abierto a la competencia, menos costoso que los anteriores, con nuevas reglas legales y donde los partidos de siempre están venidos a menos, serán sus retos más importantes.
Una regla básica en la acción política es no minimizar a nadie, eso que lo diga J. Morales, quien hace dos años no soñaba con ocupar temporalmente la Casa Presidencial. CODECA tiene presencia en doce departamentos (eso calculo); han realizado de tiempo atrás trabajo de base y formación política. Constituyen una piedra en el zapato por varias razones: han dado muestras de poner en jaque a la capital haciendo crear supuestos equivocados; además decidieron casi de origen en tener dos temas anclas: las demandas campesinas y la nacionalización de la energía eléctrica; dos asuntos estratégicos. El primero, proveniente de las demandas históricas y el segundo, nuevo, pero en el eje de los temas vitales. Ambos concretos que pesan en la agenda económica tangible, y por ello generan capital social y político. Sus acciones y estrategias promoviendo en diversas regiones que las comunidades se desconecten del sistema nacional de distribución de electricidad son ilegales, de eso no hay duda. Convencen e incluso presionan para que ello suceda como única opción; juegan a extorsionistas locales, por lo que seguramente se han granjeado no pocos recursos económicos, por lo que posiblemente no necesiten de donantes para competir electoralmente. De todo esto derivarán otros factores que resulten cuestionables, desproporcionados y no confiables como opción política. Lo que no se puede negar es que ocupan un tema de agenda que pega a varias bandas: es tema estratégico, plantean un tema real (por ejemplo, elevados e injustificados cobros por alumbrado público, incluso mayores a las tarifas por consumo domiciliar; las trabas legales (limitantes que plantea la ley general de electricidad, por ejemplo) impiden que las comunidades cercanas a los proyectos hidroeléctricos sean beneficiadas con servicio de energía (algo inverosímil); ausencia de mecanismos de diálogo concreto para resolver esas y otras demandas.
El caso analizado es un ejemplo que confirma que las opciones no surgen de la nada; se promueven cuando hay un terreno perfecto donde solo hace falta quien capitalice lo que resulta obvio y ampliamente demandado. Está visto que así como en el terreno político se quieren impulsar cambios, actualmente sin total claridad; en el seno de la sociedad civil sucede lo mismo. Las tradicionales plataformas están alicaídas; han caído en la trampa de las reacciones extemporáneas y eventuales, a luchas dispersas o a esperar lo que en realidad pasó por encima sin que se dieran cuenta. Cuando esas opciones de antes han perdido musculatura, espacio público y de propuesta, aparecen los astutos que leen de mejor forma la realidad, son más arriesgados, tienen algo que decir en cuanto a una agenda de pendientes que demanda acciones concretas (más que discursos inocuos). Simple, el espacio que se deja, otros lo asumen.