Osaka, Japón
El conflicto entre China y Estados Unidos por el dominio económico y tecnológico y la creciente tensión con Irán podrían dominar la cumbre del G20, que se celebra viernes y sábado en la ciudad japonesa de Osaka.
Entre los jefes de Estado y de gobierno que representan alrededor del 85% del Producto Interior Bruto mundial, la dupla formada por Donald Trump y Xi Jinping concentrará todas las miradas, como ya ocurrió en la anterior cumbre del G20, el año pasado en Buenos Aires.
En un momento en que Washington acumula los aranceles a las importaciones chinas y amenaza con gravarlas íntegramente dentro de poco, los presidentes estadounidense y chino acordaron retomar las negociaciones en Osaka.
Su enfrentamiento, que está acompañado de sanciones norteamericanas a estandartes chinos como Huawei, podría provocar el descarrilamiento del crecimiento mundial.
Está por ver si Pekín está dispuesto a hacer algún gesto, especialmente en lo que respecta a la tecnología, y si Trump abandonará la retórica marcial en su discurso económico, en un momento en que lanza la campaña por su reelección en 2020.
Tres resultados posibles
Según Matthew Goodman, del Center for Strategic and International Studies de Washington, en Osaka se pueden dar «tres posibles resultados».
El primero sería la firma de un acuerdo, algo improbable pero no imposible por parte de Donald Trump, exmagnate inmobiliario al que «le gustan los acuerdos», y mejor si están mediatizados.
La segunda posibilidad sería un fiasco, que podría llegar al punto de que se anule el encuentro. Y el tercero, «el más probable», una «tregua» como la que acordaron en el G20 de Buenos Aires y que finalmente no duró mucho.
Para Alice Ekman, responsable de China en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales, «la tensión es tal que aunque se alcance un acuerdo, y es imposible saber actualmente, esta dejará huella».
«Más allá de un enfoque del ojo por ojo, diente por diente, en el lado chino hay una voluntad de proponer una oferta alternativa [de mundialización] sobre todo tecnológica, y que esta oferta se convierta en una referencia».
La voluntad de afirmación china supera de largo el marco económico. Así, Pekín hizo saber por ejemplo que no permitirá ninguna discusión durante el G20 sobre las enormes manifestaciones de las últimas semanas en Hong Kong.
Xi Jinping acaba de realizar una visita a Corea del Norte triunfal y ostensiblemente cordial, en un momento en que las negociaciones entre Donald Trump y Kim Jong Un parecen estar en punto muerto, a pesar de las «excelentes» y «magníficas» cartas que dicen que intercambian los dos líderes. El presidente estadounidense afirmó el lunes que recibió un correo de Pyongyang con motivo de su cumpleaños.
Irán
Este enfrentamiento bilateral también gira en torno a Irán, escenario de una de las crisis internacionales de mayor tensión del momento.
China, uno de los principales importadores del petróleo iraní, está aliada con Teherán frente a Estados Unidos. Por su parte, la Unión Europea (UE) y Rusia piden que se respete el acuerdo sobre el programa nuclear iraní de 2015, del que Donald Trump no quiere oír hablar y del que Irán dejará de cumplir algunos compromisos.
Japón, el anfitrión del G20, intentó actuar de mediador entre Irán y Estados Unidos, sin éxito.
Los europeos, que se encuentran sumidos en un complicado mercado de puestos claves en sus instituciones y también son blanco de los golpes comerciales estadounidenses, ¿pueden tener un verdadero peso en un conflicto que no deja de agravarse, con ataques a petroleros, un dron abatido y ataques estadounidenses anulados en el último momento?
Estados Unidos anunció el lunes sanciones financieras contra las más altas autoridades del régimen iraní, incluido el guía supremo, el ayatolá Ali Jamenei. «Seguiremos aumentando la presión sobre Teherán», afirmó Trump, una estrategia del gusto de Arabia Saudita, el gran rival regional de Irán y miembro también del G20.
Esto, en cambio, disgusta a Moscú. El presidente ruso, Vladimir Putin, tendrá la oportunidad de hablar de ello a Trump en Osaka, en una reunión bilateral prevista entre los dos mandatarios.
Para los países latinoamericanos, la agenda estará marcada por las cuestiones de inmigración (en especial para México, a pesar de la ausencia del nuevo presidente Andrés Manuel López Obrador) y sobre todo económicas, con los avances en el tratado comercial entre la Unión Europea y Mercosur que podría firmarse en Japón tras años de negociaciones.
También estará presente la situación en Venezuela, con una posible reunión del Grupo de Lima aprovechando la cumbre.