(EFE)
Con armarios, electrodomésticos e incluso animales de granja a cuestas, centenares de colombianos han iniciado el éxodo desde Venezuela ante el temor de que sus casas sean destruidas con todos los enseres que han acumulado en décadas de residencia.
La odisea para ellos se inició hace cuatro días, cuando el presidente venezolano decretó un estado de excepción en la fronteriza región de Táchira, lo que puso a los colombianos en el ojo del huracán. Desde entonces sus casas son marcadas con una «D» o una «R», «como en el holocausto nazi», según se repite como un mantra en la fronteriza ciudad de Cúcuta, ya en el lado colombiano.
Hasta esa localidad han llegado miles de ellos deportados, repatriados y ahora por los senderos de forma clandestina ante la consabida sentencia que esas dos letras implican «derribo». Niños, ancianos y mujeres embarazadas o con bebés en brazos atraviesan el río bajo la aparentemente descuidada mirada de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) de Venezuela que parece haber abierto la mano ante este drama humanitario.
En su barriada, en la que habitan miles de colombianos, aquellos que no han sido deportados, han optado por la vía de la «trocha» pese a que eso suponga dejar su vida atrás y comenzar desde cero.
(Fotos de Gonzalo Domínguez Loeda/EFE)