El coronavirus obliga a los teatros londinenses a reinventarse

Acostumbrados a recibir espectadores de todo el mundo, atraídos por musicales como «Los miserables» o «El fantasma de la ópera», los teatros londinenses de West End, cerrados desde hace semanas debido a la pandemia, deben reinventarse para sobrevivir.

Cada año se venden 15 millones de entradas para las decenas de teatros de este turístico barrio del centro de Londres. Cerrados desde marzo debido a la pandemia, estos se interrogan ahora sobre su futuro debido a las restricciones a los viajes internacionales y a las medidas de distanciamiento físico.

Los productores Louis Hartshorn y Brian Hook fueron de los primeros en anunciar el regreso en octubre de «El gran Gatsby», un espectáculo de inmersión que ha sido rediseñado para adaptarse a la situación sanitaria.

«El espectáculo será reinventado como un baile de máscaras», explica Hook a la AFP.

Así, se invitará a los espectadores a cubrirse el rostro con máscaras que pueden incorporar a su disfraz, con guantes si lo desean.

El público también se reducirá a 90 espectadores, frente a 240 anteriormente, y el horario se modificará para permitir una limpieza a fondo de los locales.

La buena noticia es que las entradas se están «agotando y la gente quiere volver», celebra Hook.

Sin embargo, reconoce Hartshorn, el espectáculo «tiene que funcionar muy bien para llegar a un punto de equilibrio, porque las cifras están en nuestra contra».

AFP / Justin Tallis El Teatro Sondheim de Londres, donde se debería estar representando el musical ‘Los miserables’, cerrado el 11 de junio de 2020 por la pandemia de coronavirus

Otro desafío inmediato es la falta de turistas.

Los hoteles, restaurantes y museos permanecen cerrados, al menos hasta principios de julio. Y la introducción el 8 de junio de una cuarentena de 14 días para los viajeros procedentes del extranjero ha enfriado toda perspectiva de reapertura.

«Un tercio de los espectadores de teatro en Londres son turistas internacionales (…) y por el momento hay pocas esperanzas de que vuelvan», lamentaba recientemente Julian Bird, director de la asociación sectorial UK Theatre, frente a un comité parlamentario.

El 70% de los teatros británicos podrían quebrar a finales de año, advirtió.

Movilizar al público

La crisis sanitaria ha dejado un agujero de 3,000 millones de libras (3,750 millones de dólares, 3,300 millones de euros) en los ingresos de los teatros este año, una caída de más del 60%, según un estudio de Oxford Economics para la federación de industrias creativas británica.

Y esta estimación no tiene en cuenta la posible reticencia del público a volver cuando se autorice, advierte ese organismo que teme la pérdida de 200,000 puestos de trabajo.

Para sobrevivir, algunos ya están reabriendo de otra forma.

En el teatro Old Vic, los actores Claire Foy y Matt Smith, protagonistas de la serie The Crown, representarán la obra «Lungs» sin público y manteniendo las distancias.

Cada representación será filmada y transmitida en directo a un millar de personas que comprarán las entradas al precio que normalmente pagarían, entre 10 y 65 libras, aunque esta vez todos disfrutarán de la misma vista.

AFP / Justin Tallis Dos transeúntes pasan por delante de los cerrados Teatros Lírico (izq) y Apollo de Londres, donde se debería estar representando los musicales ‘Thriller Live’ y ‘Jamie’, el 11 de junio de 2020

Es una apuesta atrevida, cuando muchos otros teatros, como el National Theatre, han puesto en línea gratuitamente obras filmadas antes de la pandemia.

En opinión de Hook, el contexto favorecerá a los espectáculos que hagan participar al público. «Ya había un auge en el teatro de inmersión antes de esta crisis», dice, convencido de que esta lo va a impulsar.

One Night Records lanzará un proyecto de este tipo a principios de octubre, en un lugar secreto bautizado «Lockdown Town» (ciudad confinada): un paseo por los géneros musicales de los años 1920 a 1950.

«Podemos hacerlo porque el lugar es enorme y se trata de una experiencia de inmersión», asegura el director general de One Night Records, Tim Wilson.

Pero también él tuvo que adaptarse, vendiendo entradas por grupos de cuatro y transformando la libre circulación de los espectadores en una ruta lineal.

Las medidas de distanciamiento físico son un verdadero rompecabezas.

Con dos metros de distancia entre cada espectador, la Royal Shakespeare Company sólo puede acomodar al 20% de su público habitual.

«No es económicamente viable», dice Catherine Mallyon, directora ejecutiva de la compañía con sede en Stratford upon Avon, la ciudad de Shakespeare.

Y sobre el escenario, subraya, «Romeo y Julieta a dos metros de distancia, es difícil de imaginar».

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