La antigua ciudad de Petra, que cada año visitan miles de turistas, está vacía desde que las autoridades de Jordania decretaron el confinamiento para luchar contra el nuevo coronavirus.
Los últimos turistas abandonaron el lugar el pasado 16 de marzo, un día antes de que el país cerrara sus fronteras.
«Es la primera vez que veo este lugar tan vacío. Normalmente hay miles de turistas», dice Nayef Hilalat, de 42 años, que trabaja como guardia en este yacimiento arqueológico desde hace una década.
«Cada año en esta época estaba a rebosar de gente», dice con una gorra caqui con la bandera de Jordania. «Ahora podemos oír cantar a los pájaros».
Petra, considerada una de las siete maravillas del mundo e incluida en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO desde 1985, fue la capital del antiguo reino nabateo, construida al menos 200 años antes de nuestra era.
Con el paso del tiempo se ha convertido en una de las mayores atracciones turísticas del país y de la región.
afp/AFP / Khalil MAZRAAWI El guardián Nayef Hilalat, de 42 años, en Petra el 1 de junio de 2020
El edificio conocido como El Tesoro (Al Khazneh), con su espectacular fachada de arenisca, es una de las mayores atracciones turísticas de Petra desde que en 1989 Steven Spielberg filmó allí algunas escenas de «Indiana Jones y la última cruzada».
Pero ahora el Siq, el acceso principal a Al Khazneh, siempre lleno de turistas a pie, en carruaje o a lomos de un burro, está desierto.
Las mesas de los cafés del lugar están vacías y llenas de polvo y ya nadie compra camisetas, ahora expuestas al sol del desierto.
«Catástrofe»
El inmenso yacimiento está situado en un valle profundo, entre el Mar Rojo, al sur, y el Mar Muerto, al norte.
Unos 200 guías turísticos, así como 1,500 propietarios de caballos y burros, se han quedado sin trabajo.
Una «catástrofe», según Naim Nawafleh, de 55 años, guía en Petra desde hace 30 años.
Jordania acoge unos cinco millones de turistas cada año y el turismo representa un 14% de su PIB y da trabajo a unas 100,000 personas.
Nawafleh, padre de seis hijos, solía ganar 70 dólares al día.
«Antes el número de visitantes variaba según los problemas en la región. Pero ahora no hay ni un turista. Nunca había pasado antes», dice.
Jordania ya estaba en situación precaria antes de la pandemia, con un desempleo del 19.3% en el primer trimestre de 2020. Como no tiene petróleo como sus vecinos, el país ha optado por el turismo.
Petra, un inmenso yacimiento de 264,000 metros cuadrados al sur de Amán, recibió el año pasado una cifra récord de 1.13 millones de visitantes, un millón de ellos extranjeros, dice Suleiman Al Farajat, responsable de turismo y desarrollo del lugar.
Cerca del 80% de las 38,000 personas que viven en la región, en su mayoría beduinos nómadas, dependen directa o indirectamente del turismo, indica.
El cierre de fronteras también afecta duramente a los 45 hoteles de Petra.
«La pandemia llegó en el punto álgido de nuestra temporada turística», dice Tarek Twissi, propietario del hotel de tres estrellas La Maison y presidente de la asociación de hoteleros de Petra.
«Las reservas estaban al 90% y en menos de una semana se cancelaron todas (…) Ahora la tasa de ocupación de mi hotel es cero», dice.
Con un población de unos 10 millones de personas, Jordania solo tiene oficialmente 800 casos de coronavirus y nueve muertos.