El “bloqueo interno”, el otro gran enemigo de la economía de Cuba

En Cuba saben que sus antiguos enemigos de la Guerra Fría no son los únicos que les generan problemas. Además del bloqueo de Estados Unidos, la isla enfrenta trabas internas que lastran su economía.

Por primera vez en seis décadas de revolución, un presidente cubano y militante del Partido Comunista le pone nombre a la excesiva burocracia para trámites e inversión extranjera, la corrupción al menudeo y la importación compulsiva: «el bloqueo interno».

El 13 de julio ante el Parlamento, Miguel Díaz-Canel pidió trabajar para «quebrar el bloqueo interno» y exigió una «actitud proactiva, inteligente, comprometida y colectiva».

«Muy saludable que el presidente se refiera a las cosas por su nombre y que sea descarnado en los análisis de los problemas», explica el economista Pavel Vidal, exanalista del Banco Central de Cuba.

Demasiada importación

La isla socialista importa el 80% de alimentos que consume. Según el último dato disponible, en 2017 sus importaciones fueron por 10.172 millones de dólares frente a 2.402 millones en exportaciones. 

La administración estadounidense de Donald Trump intensifica el embargo vigente desde 1962, con restricciones para envíos de combustible y amenazas de demandas para los socios extranjeros que operan en la isla.

A Cuba se le hace cada vez más difícil importar y tener liquidez para esas operaciones. Los bancos internacionales se arriesgan a multas si participan en intercambios comerciales con La Habana.

Eso afecta la capacidad de pago a proveedores, complica el acceso al crédito, y genera desabastecimiento con alza de precios.

Díaz-Canel critica «la mentalidad importadora» de Cuba. «Importar acomoda y se transforma en un vicio que mata la iniciativa», sostiene.

Están en marcha ocho proyectos estatales para impulsar la producción local de cerdo y pollo. «Por ahora, la propuesta sigue siendo estado-céntrica, un modelo que ha fracasado por décadas», dice Vidal.

El sector estatal funciona con una moneda sobrevaluada. La reforma implica un ajuste en la tasa de cambio y la eliminación de la doble moneda circulante, además del cierre de compañías ineficientes, considera el economista.

Para Díaz-Canel, se ha subestimado el aporte del emergente sector privado, que emplea a más de 590.000 personas, el 13% de la fuerza laboral.

Por ahora, las leyes que lo favorecen caminan lentas, probablemente entrampadas en aspectos ideológicos. Aunque su reconocimiento en la nueva Constitución es un logro.

Basta de lamentos

El ministro de Economía, Alejandro Gil, reconoce «deficiencias internas»: problemas de productividad, déficit en inversiones, bajos ingresos por exportaciones, desvíos de recursos, indisciplinas, trabas y burocracia.

El robo del preciado combustible estatal es una práctica que el gobierno combate sin tregua.

«Como ha dicho el Presidente, nosotros no podemos decretar el fin del bloqueo pero sí podemos enfocarnos en resolver los problemas internos», asegura Gil.

El analista político cubano Arturo López-Levy, profesor en Gustavus Adolphus College en Minnesota, ve un cambio de actitud en la alta jerarquía.

«Ese discurso en el cual el Partido Comunista reclamaba mérito en la sinceridad de anunciar peores tiempos creo que se está acabando. El gobierno tiene que anunciar cómo va a resolver los problemas», dice. 

Sin salir de la retorica revolucionaria, Díaz-Canel parece tenerlo claro: «De la generación histórica, de Fidel y de Raúl [Castro] aprendimos a desechar el lamento inútil y a concentrarnos en buscar salidas», ha dicho.

El sucesor de los hermanos Castro debe reformar el sistema económico de corte soviético para evitar una crisis similar a la de los años 90, conocida como «período especial».

En esa ocasión se debió a la caída de la Unión Soviética, su mayor socio comercial. Ahora la economía está más diversificada y tiene otras alternativas.

«Son cambios posibles y que el gobierno puede hacer por sí mismo. No tiene que esperar a que cambien las condiciones externas», considera López-Levy.

Cómo enfrentarlo

Cuba avanza lento en la reforma de su modelo. Desde julio se incrementó el salario promedio de 30 a unos 50 dólares, y esta semana se publicaron normas para garantizar estabilidad en los precios y evitar la inflación.

Especialistas piden hacer un uso más eficiente del combustible y la promoción de la agricultura urbana. Cuba apuesta por el desarrollo del turismo, uno de sus principales motores económicos.

Para López-Levy, el presidente ha demostrado iniciativa y capacidad de trabajo en equipo, sabiendo lidiar con una generación histórica que es el faro guía del país.

«El problema es que sigue bordeando las puntas a los problemas estructurales y Cuba no tiene todo el tiempo del mundo», asegura.

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