El auge de la liga árabe de fútbol y su ambición global

  • En los últimos años, la liga de fútbol de Arabia Saudita, conocida como la Saudi Pro League, ha emergido como un actor disruptivo en el panorama futbolístico internacional
  • Desde que desembarcaron estrellas como Cristiano Ronaldo o Karim Benzema el mundo no ha dejado de voltearlos a ver.

Análisis especial para Crónica

Lo que comenzó como un proyecto de desarrollo deportivo nacional ha evolucionado hacia una estrategia ambiciosa con implicaciones deportivas, económicas y geopolíticas. Arabia Saudita no solo está buscando elevar la calidad de su liga sino está usando el fútbol como un instrumento de poder blando para proyectar su influencia en el mundo.

Los clubes de Arabia Saudí crecen también como marcas globales.

El punto de inflexión llegó en 2023, cuando la llegada de Cristiano Ronaldo al Al-Nassr marcó el inicio de una oleada de contrataciones sin precedentes. Figuras de renombre como Karim Benzema, Neymar, N’Golo Kanté, Sadio Mané y Riyad Mahrez siguieron sus pasos, seducidos por contratos multimillonarios y la promesa de un entorno competitivo en expansión.

Los clubes saudíes, respaldados por el Fondo de Inversión Pública (PIF) del reino, no escatimaron en recursos para atraer a talentos que tradicionalmente se concentraban en Europa. La estrategia no solo pretende aumentar la calidad deportiva, sino también convertir a la liga en un producto global, atractivo para nuevas audiencias y derechos televisivos.

Pero más allá del ámbito deportivo, este auge responde a una agenda política más amplia. Arabia Saudita busca diversificar su economía mediante el ambicioso plan Visión 2030, que tiene como objetivo reducir la dependencia del petróleo. El deporte, en especial el fútbol, es un pilar clave de esta transformación.

Organizar eventos internacionales, como la Copa Asiática 2027 y posiblemente el Mundial de 2034, forma parte de un proceso de rebranding del país ante el mundo. La inversión en fútbol es vista como una herramienta para mejorar la imagen internacional del reino, atraer turismo, e impulsar alianzas diplomáticas y comerciales.

Sin embargo, este crecimiento no ha estado exento de críticas. Diversas organizaciones de derechos humanos acusan al país de «sportswashing», es decir, utilizar el deporte para desviar la atención de violaciones a los derechos humanos.

Además, hay quienes cuestionan la sostenibilidad de este modelo financiero, basado en grandes desembolsos que podrían no ser rentables en el largo plazo. También preocupa la falta de estructuras sólidas en divisiones inferiores y la dependencia de jugadores extranjeros.

Pese a ello, el impacto ya es evidente. La SPL ha logrado que medios, analistas y fanáticos globales sigan de cerca una liga que antes era marginal. Los fichajes han impulsado acuerdos de transmisión en Europa, Asia y América Latina, y se han generado alianzas con empresas tecnológicas y marcas internacionales.

La contratación de estrellas que triunfan en Europa atrae la atención internacional y los resultados llegan…

Al mismo tiempo, federaciones deportivas y clubes en Europa observan con atención cómo Arabia Saudita se posiciona como un nuevo eje en el fútbol global.

En conclusión, el auge de la liga árabe no es un fenómeno aislado, sino parte de una estrategia integral de poder e influencia internacional. Con recursos prácticamente ilimitados, una visión clara desde el Estado, y un mercado global en expansión, Arabia Saudita ha colocado al fútbol como un vehículo clave para construir una nueva narrativa nacional y proyectarse como una potencia deportiva y diplomática en el siglo XXI.