Tras años de estancamiento, 2021 empieza con subidas de precios de cereales y semillas oleaginosas como el trigo, el maíz, la soja y la colza, provocadas por la pandemia, la demanda china y la preocupación sobre el clima.
“El año 2020 ha sido un año fasto para los precios de los productos básicos agrícolas, que han vuelto a niveles que no habíamos visto en algunos casos, como el de la soja, desde 2014”, dice Claude Georgelet, presidente fundador de AgriTechTrade, una compañía francesa de información sobre productos básicos agrícolas.
En conjunto, los precios agrícolas aumentaron entre un 14 y un 19% en 2020, según un estudio de UBS, según el cual la subida debería continuar hasta la segunda mitad de 2021.
Una tendencia que preocupa a los países importadores y suscita el temor de que aumenten los precios de los alimentos, en particular en las naciones en desarrollo.
El temor se ve agravado porque Rusia, el principal exportador de trigo del mundo, decidió limitar sus ventas al exterior para poder alimentar a su población a un precio asequible.
“Después de cuatro o cinco años en los que los precios bajaban, volvemos a ver el interés de los inversores y los fondos en el sector de los productos básicos agrícolas, y podemos esperar años mucho mejores”, dice Michel Portier, director general de Agritel, en su balance de fin de año para la revista especializada francesa Pleinchamp.
La primera causa de la subida de precios fue la epidemia de covid-19, que llevó a algunos países a acumular reservas de alimentos básicos para evitar el riesgo de interrupción de las cadenas mundiales de suministro, lo que habría supuesto amenaza de hambruna.
La decisión de China de reponer sus reservas y su ganado de cerdos, diezmado por una epidemia de peste porcina africana, fue la mayor sorpresa de 2020, según Portier.
“En marzo se esperaba que China importara unos 7 millones de toneladas de maíz ¡ahora estamos en niveles de 25 a 30 millones de toneladas!”, apunta.
“Bomba de succión”
“En los últimos dos años, los chinos liquidaron casi 150 millones de toneladas de existencias de maíz para venderlas a los fabricantes chinos de piensos”, dice Pierre Duclos, presidente de Agri Trade Consulting.
Como resultado, el precio del maíz en el mercado de futuros de China se ha disparado y actualmente vale “el equivalente a 375 dólares por tonelada”, según Duclos, es decir “20 a 30 dólares” más que el grano importado, a pesar de los costos de transporte.
“Tenemos una bomba de succión que funciona en todos los mercados agrícolas internacionales de alimentación animal”, afirma.
La incertidumbre climática es otro factor de la presión alcista.
En América del Sur, las perspectivas de sequía, con el fenómeno La Niña, una corriente de aire caliente que reduce las precipitaciones, podrían disminuir la producción de soja en Brasil y Argentina este año, según Georgelet.
El sector energético también contribuye al aumento de precios. Un tercio de la cosecha de maíz estadounidense se utiliza para fabricar etanol, así como el 70% de la cosecha de colza francesa (los residuos se utilizan como alimentación animal), añade el experto.
Sin embargo, el aumento de precios solo se considera una “revaluación” por parte de los profesionales, tras un ciclo general de siete años de disminución. Durante la crisis de las “subprime”, el trigo casi había alcanzado los 300 euros (367 dólares) por tonelada, recuerdan los analistas.
El aumento de precios se ha visto frenado por la buena salud del euro frente al dólar. “Si estuviéramos en paridad, podríamos estar ya en 250 euros [305 dólares] por tonelada”, dice Damien Vercambre, analista de Inter-courtage.
El apoyo a los precios que aporta la demanda china no parece debilitarse, según Vercambre, a pesar de que se ha anunciado un repunte de la producción mundial de 8 millones de toneladas, hasta 773 millones de toneladas por el aumento de las superficies, en particular en Francia.