EE. UU. y China firman trascendental acuerdo comercial

Estados Unidos y China, las mayores economías del mundo, firmaron el miércoles una primera fase de un acuerdo comercial que genera alivio tras casi dos años de conflicto, aunque aún se mantienen en pie aranceles importantes.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien está jaqueado por un juicio político y enfrenta una dura batalla por la reelección en noviembre, calificó de «trascendental» el acuerdo.

La distensión de las fricciones entre ambas potencias animó a los mercados en las últimas semanas, aunque los aranceles sobre productos importados en cientos de miles de millones de dólares seguirán vigentes, por lo cual los consumidores y empresas estadounidenses deberán seguir pagando la cuenta.

El acuerdo, llamado de «fase uno», incluye el compromiso de China de elevar sustancialmente sus compras de productos estadounidenses, proteger la tecnología de ese país y aplicar nuevos mecanismos de cumplimiento de normas comerciales.

«Hoy damos un paso trascendental que nunca hemos dado antes con China» y que asegurará «un comercio limpio y recíproco», dijo Trump en la Casa Blanca, antes de que varias cadenas de televisión interrumpieran la transmisión para mostrar el Congreso, donde los cargos contra Trump por abuso de poder iban a ser presentados al Senado en un nuevo paso hacia un juicio de destitución.

Trump firmó el acuerdo con el viceprimer ministro de China Liu He, negociador principal de Pekín. Agradeció al líder chino, Xi Jinping, y dijo que visitaría a China «en un futuro no muy lejano».

«Las negociaciones fueron duras», pero condujeron a un resultado «increíble», añadió.

No obstante indicó que la eliminación de los aranceles restantes será posible solo si se alcanza «la fase dos» del acuerdo.

En una carta a Trump, leída por Liu, el presidente chino dijo que el acuerdo «es bueno para China, para Estados Unidos y para el mundo entero».

En una conferencia de prensa posterior con medios chinos en Washington, Liu dijo que el acuerdo «abordó considerablemente las preocupaciones de ambas partes», según la agencia oficial Xinhua.

El pacto «contempla una importancia tanto económica como política», añadió.

Tras la desaceleración de la economía mundial entre 2018 y 2019 por el conflicto comercial, el acuerdo es «bienvenido», dijo en un tuit la directora general del FMI, Kristalina Georgieva.

El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, destacó «el comienzo de un nuevo capítulo en las relaciones comerciales entre las dos economías» pero reconoció que «aún habrá disputas».

Pendientes

La federación estadounidense de Minoristas (NRF) y el principal sindicato agrícola del país, la Federación de la Oficina Agrícola Estadounidense, reaccionaron con moderación, destacando «el trabajo aún por hacer». 

«La guerra comercial no terminará hasta que todos los aranceles hayan desaparecido», dijo Mathew Shay, presidente de la NRF.

Los asuntos más delicados -como los enormes subsidios de China a las industrias estatales- quedaron para ser resueltos en la «fase dos» de las negociaciones. 

«Estos problemas complejos y de larga data (…) tienen un impacto significativo en la capacidad de las empresas estadounidenses para competir», dijo Thomas Donohue, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, en referencia a los subsidios chinos.

Horas antes de la firma, el secretario estadounidense del Tesoro, Steven Mnuchin, presionó a Pekín a mantenerse en la mesa de negociaciones y hacer concesiones, entre ellas algunas sobre ciberseguridad y acceso de firmas estadounidenses a China, para que Washington pueda aliviar los aranceles. 

«En la fase dos habrá reducciones adicionales», dijo Mnuchin. «Eso le da a China un gran incentivo para volver a la mesa».

Algunos elementos del acuerdo que Washington considera como logros llevan la relación entre las superpotencias al lugar en que estaban cuando Trump asumió en 2017.

«La primera fase del acuerdo entre Estados Unidos y China es en esencia una tregua comercial, con grandes compras dirigidas por el estado como añadido», aseguró en un análisis la economista Mary Lovely del Instituto Peterson de Estudios Económicos. «La tregua es una buena noticia para Estados Unidos y para la economía mundial».

Pero el impacto de las tensiones «se seguirá viendo» en «los costos más elevados de las empresas y en inversiones más lentas», añadió.

Tras anunciar el acuerdo el 13 de diciembre, Estados Unidos canceló nuevos aranceles y prometió reducir a la mitad el arancel de 15% a productos chinos por 120,000 millones de dólares impuestos en setiembre.

¿Qué dice el acuerdo?

Según el texto, China aceptó importaciones adicionales de bienes estadounidenses por 200,000 millones de dólares en dos años, incluyendo 32,000 millones de dólares en productos agrícolas y marinos.

Es un impulso para los agricultores estadounidenses, golpeados por la guerra arancelaria: la exportación de soja a China, por ejemplo, cayó a 3,000 millones de más de 12,000 millones en 2017. El gobierno dio 28,000 millones de dólares en ayudas.

Pero muchos economistas se preguntan si existe la capacidad para cubrir tal demanda.

Y Lovely duda sobre lo apropiado que pueda ser depender tanto del mercado chino: «También significa que podría ocurrir una represalia china, moderando la voluntad de los agricultores a invertir para cumplir con los elevados objetivos de exportación del pacto», dijo.

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