El ministro de Salud de Ecuador, Juan Carlos Zevallos, calificó el sábado de «espeluznante» el caso de una mujer hospitalizada en Guayaquil, epicentro de la pandemia de coronavirus, que fue dada por muerta en una confusión de identidad y que recuperó la conciencia.
Alba Maruri, de 74 años, ingresó en el hospital con fiebre y problemas respiratorios el 27 de marzo, y horas después fue declarada muerta, según la familia de la paciente.
Sus familiares recibieron luego de una semana un cadáver, que fue cremado de inmediato en medio de la emergencia sanitaria por el coronavirus, que en Ecuador ha dejado 22.719 casos, incluidos 576 fallecidos.
La septuagenaria despertó el jueves y el personal del hospital informó a sus familiares al siguiente día de que estaba viva.
Zevallos se refirió a lo ocurrido como «algo espeluznante», durante una rueda de prensa virtual, y dijo haber pedido un informe a las autoridades del sanatorio.
Maruri «había estado inconsciente durante tres semanas y por la locura del covid confundieron los nombres y la dieron por muerta», contó el viernes su sobrino Juan Carlos Ramírez en redes sociales.
El cadáver fue entregado por el hospital Guayaquil a Jaime Morla, otro sobrino.
El hombre relató por teléfono el sábado a la AFP que acudió a la morgue y que a casi dos metros de distancia de varios cuerpos, por precaución para evitar el contagio del virus, señaló que uno de los que estaba de espalda correspondía al de su tía.
«Me dijeron: allá hay una señora con todas las características» descritas para poder identificarla, apuntó Morla, de 39 años, anotando que «la señora que yo ví allí muerta era exactamente a mi tía, igual, estaba de espaldas».
«Me dio miedo de verle la cara, pero por las características, de espaldas, yo la vi», señaló.
Morla indicó que «el cuerpo estaba desnudo, sobre una bolsa negra, puesto un pañal» y que «luego se cerró la funda. Inmediatamente lo metieron en el ataúd y de allí a la carroza para llevarla a la Junta (de Beneficencia de Guayaquil, que dispone de tanatorio) a la cremación».
En el trayecto, Morla hizo una parada en la casa de Maruri, donde también vive su hermana menor Aura.
La hermana, quien contó a la AFP que mirando el auto fúnebre y llorando «le dije descansa en paz», conserva el cofre con las cenizas de una persona sin identificar.
«Lo tomé y lo llevé a su cuarto, le recé todos los días», añadió.