En toda Latinoamérica se pueden encontrar postres típicos, pero no en todos los países de la región se ha mantenido o desarrollado la tradición de los dulces típicos. Guatemala destaca entre ellos, no solo por su calidad, sino también por la cantidad de dulces que se elaboran.
Redacción Crónica
¿Quién no ha probado los dulces típicos de doña María Gordillo en Antigua Guatemala? Eso es solo una muestra de la calidad y variedad de dulces que se elaboran en Guatemala, uno de los pocos países latinoamericanos que ha guardado por más de cinco ciglos esta tradición que llegó con los españoles en el siglo XVI.
Pero lo más interesante es que los dulces y potres típicos han tenido su propio desarrollo hasta convertise en típicos de Guatemala, con sus sabores y colores que le dan un toque característico, especial y único.
Los expertos en el tema dan cuenta de que lo que hoy disfrutamos como nuestros dulces típicos es producto del gusto de tres culturas: la indígena o netamente guatemalteca, la española —de donde llegaron—, y la árabe, porque fueron los árabes quienes llevaron a España gran parte de los secretos para su elaboración.
En términos generales, se puede decir que desde la época de la conquista principió la elaboración de este estilo de dulcería. Algunos aseguran que aún puede encontrarse cierta similitud entre nuestros dulces típicos y los que se elaboran en Toledo o Castilla en España, aunque ya el sello haya cambiado y lo nuestro sea muy original por esa mezcla y cambios que se han producido a lo largo de los siglos transcurridos.
Los historiadores establecen que fueron las ordenes religiosas las que trajeron la costumbre al Nuevo Mundo. Hay que recordar la influencia que tenían los frailes y sacerdotes tanto en los indígenas como en los propios españoles. Además, ellos participaban también de las actividades económicas y es así como los dominicos son quienes instalan el primer ingenio de azúcar en San Jerónimo, Baja Verapaz, cuya producción de azucar servía, entre otras cosas, para la elaboración de dulces.
Luego la región de Amatitlán se convierte en alta productora de caña de azúcar, lo que también sirvió para que se expandiera en esa región la producción de dulces. Entonces, que no extrañe a nadie que Amatitlán tenga tanta variedad de dulces típicos, más que otras regiones del país.
El alboroto, los rosarios de azúcar, las canillas de leche, los colochos de guayaba y el mazapán son algunos de los dulces típicos de Amatitlán.
En los primeros siglos casi no se tenían recetas específicas de cada uno de los dulces que se producían. Más bien, su elaboración se aprendía de boca en boca y se convertía en una tradición oral que pasaba de generación en generación.
Esta variedad de dulces son parte importante de la cultura gastronómica guatemalteca.